Para los migrantes venezolanos hay cosas que son irremplazables en la memoria gustativa y que sólo en nuestro país puede revivirse la experiencia de su degustación. Sin embargo, buscan la manera de disfrutar sus platos preferidos y sentirse como en casa.
Venezolano que se respete esté donde esté siempre va querer disfrutar de una buena arepa. La periodista Aischa Durand radicada en España señala en su blog Lejos de Casa, que «de la arepa se puede decir mucho y ella tiene su propia historia que contar. El primer platillo que mi hermanito supo hacer fue arepita con huevos fritos. Él estaba tan orgulloso de su proeza como yo de él».
Cuenta su experiencia y algunos de los recuerdos que le trae ese delicioso plato.
«Mis favoritas eran las de mi abuelita. Siempre le abría su huequito en el medio y la freía. La señora Susana la rellenaba de queso quema. Para mí que la mamá de Chris me dejara mi propia arepa en la mañana era un cartel de bienvenida a casa. Con el mayor amor del mundo, mi mamita antes de irme de Caracas me preparó unas arepas de yuca con queso. La primera vez que un novio cocinó para mí fue una arepa. El domingo luego de la cruda en nuestra casa de Chapultepec, entre varios “roomies” preparamos un banquete donde la arepa era la estrella. Leito, mi amiga, no me dejó comer la última en Maiquetía, pero para levantarme el ánimo en Ciudad del Carmen las hizo bien tostaditas como me gustan. Los “tequiero” de Dzintra eran dejarme unas arepitas con chicharrón y tortilla con chistorra. Apenas huelo el tostadito de la masa en el sartén, mi mente no recuerda hambre sino cariño», contó la periodista.