Muchas veces, cuando queremos perder peso centramos toda nuestra atención en qué comemos pero, según un estudio publicado por la Universidad de Harvard, cuándo lo hacemos, es decir, la hora del día, también es clave para no ganar peso y, mucho más, si lo que estamos buscando es adelgazar.
Las conclusiones de este estudio se publicaron el 4 de octubre de 2022 en la revista científica Cell Metabolism. Para llevar a cabo la investigación, se pidió a 16 personas obesas o con sobrepeso que siguiesen dietas idénticas pero con dos horarios de comidas diferentes.
- En el primer horario, durante seis días seguidos, los participantes desayunaron, almorzaron y cenaron, pero terminaron la última comida seis horas y media antes de acostarse.
- En el segundo horario, también durante seis días, las mismas comidas terminaron cuatro horas más tarde y dos horas y media antes de acostarse.
Durante el tiempo que llevó a cabo el estudio, los científicos de la Universidad de Harvard midieron las hormonas reguladoras del apetito, la temperatura corporal, el gasto de calorías y las células grasas de los participantes.
Lo que descubrieron fue que comer hasta más tarde aumentó el apetito de los participantes, disminuyó la cantidad de calorías que quemaron y promovió el almacenamiento de grasa. Y, con el tiempo, esos efectos podrían provocar un aumento de peso.
Así que, como se extrae del estudio, para evitar ganar peso o adelgzar e, incluso, para dormir mejor, lo recomendable es cenar en lo que se conoce como «horario europeo» (sobre las 19 h. de media) y, si nos vemos capaces, terminar la última comida seis horas y media antes de irnos a dormir.
Hormonas reguladoras del apetito
Conocidas como las hormonas del hambre, la leptina y la grelina desempeñan un papel fundamental en nuestro organismo para informar a nuestro cerebro de cuándo tiene que tener hambre.
La leptina es una hormona, producida por las células adiposas, que disminuye el apetito. Se considera también la hormona de la saciedad porque es la que, a largo plazo, regula y equilibra la combustión de calorías y la ingesta de alimentos.
Esta hormona envía una señal que va dirigida al hipotálamo del cerebro para regular la ingesta de alimentos y el gasto energético. Al engordar, aumentan los niveles de depósitos grasos y, por lo tanto, aumentan los niveles de Leptina. Si se adelgaza, disminuyen los niveles de grasa, es decir, los niveles de leptina.
La grelina se segrega en la pared del estómago, cuando este está vacío, hasta llegar al hipotálamo que envía la señal de hambre, induciendo a la ingesta de alimentos, es decir, es la que da la señal de que el organismo necesita comer.
Además, según descubrió un equipo de investigadores dirigidos por Amaia Rodríguez Murueta-Goyena, la grelina también provoca la sobreexpresión de los genes de la grasa que participan en la retención de lípidos en la zona abdominal, es decir, del famoso «michelín».
En resumen, son llamadas las «hormonas del hambre» porque la leptina indica cuándo se debe parar de comer y la grelina es la que da la señal de cuándo empezar porque se tiene hambre.
Con información de El Español
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