Santa Hildegarda de Bingen, patrona de los científicos - 800Noticias
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A quien conocemos como Santa Hildegarda de Bingen, nació en Bermersheim, Alemania en 1098, era la décima hija de un matrimonio de nobleza local y decidieron consagrarla a Dios enviándola desde pequeña al monasterio benedictino de San Disibodo, bajo la tutela de una monja llamada Juta, quien le enseñaría latín básico y teología.

Años más tarde a la muerte de Juta, Hildegarda decidió fundar su propio convento benedictino; en 1165 fundó otro convento. El hecho de ser fundadora y dirigir dos conventos era muy importante porque en su tiempo todo era regulado completamente por los hombres.

Hildegarda de Bingen dedico sus días a la vida del convento y a la vida académica; en el convento tuvo tiempo y espacio necesario para su espiritualidad y para practicar música, pero además se encargaba del huerto, donde cultivaba vegetales y plantas curativas.

Hildegarda dejó en sus muchos escritos una gran documentación sobre plantas medicinales y postuló sus ideas sobre la conexión entre el medio ambiente, el alma y el cuerpo, como un factor fundamental en la salud de las personas, creía fuertemente en esa conexión espiritual y mental para la salud de la persona, entre uno más se alejaba de la espiritualidad, más repercusiones físicas abrían.

De esa base, ella parte para sus diferentes estudios y por ejemplo, clasifica algunos alimentos como buenos y otros dañinos. Dentro de los buenos y muy popular en Alemania está el Dinkel, una forma primitiva de trigo que es muy fácil de digerir para el organismo asi como las peras, manzanas cocidas y la trucha. Decía que el jengibre era muy útil para ayudar al metabolismo y fortalecer el sistema inmune.

Algunos alimentos debían evitarse según decía Hildegarda, como por ejemplo la carne de puerco, la harina de trigo, o incluso la ciruela, porque podían causar alergias.

Para mantener la salud proponía una alimentación balanceada, pero sobretodo sencilla, austera y moderada. Decía que los alimentos son elementos curativos, como por ejemplo las especias y las hierbas medicinales, hablaba de desintoxicar el cuerpo a través de ayunos y de regenerar el organismo teniendo horarios establecidos para trabajar y descansar y realizar también alguna actividad física.

Insistía en desintoxicar el alma y el espíritu a través de la meditación, la oración y la música. Hildegarda de Bingen creía igualmente que estar muy triste o bravo, generaba jugos malos para el organismo. Agregaba que al final, una alimentación balanceada no sirve de nada si no está en sintonía con tu mente.

Elaboraba remedios, tenía por ejemplo remedios para la tos con salvia y menta, el marrubio lo utilizaba como expectorante, o para ayudar a generar apetito, la genciana para calmar las flatulencias, el dolor de estómago o para calmar los nervios.

Sus recetas de cocina son en la actualidad muy populares en Alemania, mostró grandes conocimientos en botánica, medicina y fisiología humana. Intuyó la circulación de la sangre siglos antes de que pudieran comprobarse y realizó la descripción más detallada del organismo femenino que se había hecho hasta la fecha.

Hildegarda se convirtió en una de las personas más influyentes de la cristiandad, estableció comunicación con Papas, hombres de estado, emperadores, y figuras notables; fue la única mujer a quien la iglesia le permitió al clero y al pueblo en iglesias y en abadías.

De su obra musical hay más de 70 piezas recopiladas en la sinfonía por ejemplo de la “Armonía de revelaciones divinas”.

Hildegarda murió el 17 de septiembre de 1179, fue declarada doctora de la iglesia en el año 2012 por el Papa Benedicto XVI porque siempre estuvo de la mano de Dios y con Dios ¡siempre ganamos!