La falta de sueño hace que los adolescentes consuman más azúcar
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Diversas investigaciones han puesto en evidencia que dormir mal perjudica la salud y aumenta las probabilidades de sufrir enfermedades, como aterosclerosis, ictus, o demencia, pero en el caso de los niños y adolescentes, la falta de sueño también puede afectar a su correcto desarrollo, a su salud mental y su comportamiento, o a su rendimiento escolar. Ahora, además, un nuevo estudio ha encontrado que los adolescentes que no duermen lo suficiente consumen más azúcar que los que descansan bien, lo que aumenta el riesgo de que padezcan obesidad.
La mayoría de los adolescentes no duermen las horas recomendadas para su edad. En Estados Unidos, donde se ha llevado a cabo el mencionado estudio, el 73% de los estudiantes de secundaria duermen menos de las ocho a diez horas que deberían dormir cada noche, según la Academia Estadounidense de Pediatría. En España, los datos del estudio PASOS 2019 de la Gasol Foundation muestran que los adolescentes de 15 y 16 años duermen menos horas (7,78 h) entre semana de lo que está recomendado “para un pleno desarrollo físico, psicológico y social”.
La nueva investigación de la Universidad Brigham Young (BYU), que ha sido realizada en el Centro Médico del Hospital Infantil de Cincinnati y se ha publicado en Sleep, señala que la falta de sueño también incrementa el riesgo de que los adolescentes aumenten de peso y desarrollen otras enfermedades cardiometabólicas porque cuando duermen menos sus hábitos alimenticios son peores.
“La reducción del sueño aumenta el riesgo de que los adolescentes coman más carbohidratos y azúcares añadidos y tomen más bebidas endulzadas con azúcar que cuando están durmiendo una cantidad saludable”, ha afirmado la Dra. Kara Duraccio, profesora de psicología clínica y del desarrollo de BYU y principal autora del trabajo.
Más riesgo de obesidad en los adolescentes que duermen poco
Los investigadores analizaron los patrones de sueño y alimentación de 93 adolescentes durante dos condiciones de sueño: pasar seis horas y media cada noche en la cama durante una semana (sueño corto) y pasar nueve horas y media cada noche en la cama durante otra semana (sueño saludable). Se midieron factores como la ingesta calórica, la cantidad de macronutrientes, los tipos de alimentos y la carga glucémica de los alimentos que comían los adolescentes.
Se comprobó así que los adolescentes que dormían poco ingerían más alimentos que hacían que fuera más probable que los niveles de azúcar aumentaran rápidamente en la sangre, como aquellos con alto contenido de carbohidratos y azúcares añadidos, o bebidas azucaradas, en comparación con los que comían cuando disfrutaban de un sueño saludable. Estos cambios en los hábitos alimenticios se produjeron sobre todo a última hora de la tarde (después de las 21,00 horas). Cuando dormían poco los adolescentes también comían menos frutas y verduras a lo largo del día, en comparación con cuando su sueño era saludable.
En concreto, los resultados mostraron que los adolescentes que dormían poco tomaban 12 gramos adicionales de azúcar cada día, y como la mayoría de los adolescentes no duermen lo suficiente durante las 180 noches del año escolar, 12 gramos adicionales de azúcar añadida cada día podrían suponer más de dos kilos de azúcar extra cada año.
“Lo interesante es que dormir menos no hizo que los adolescentes comieran más que sus compañeros que dormían de forma saludable; ambos grupos consumieron aproximadamente la misma cantidad de calorías de los alimentos. Pero dormir menos hizo que los adolescentes tomaran más comida basura”, dijo Duraccio. “Sospechamos que los adolescentes cansados buscan ráfagas rápidas de energía para seguir adelante hasta que puedan irse a la cama, por lo que eligen alimentos con alto contenido de carbohidratos y azúcares añadidos”.
“Sabemos que la obesidad pediátrica es una epidemia y nos hemos centrado en muchas intervenciones para tratar de abordarla, pero el sueño no es una de las cosas en las que los investigadores tienden a centrarse”, dijo Duraccio. “Si realmente estamos tratando de descubrir estrategias o intervenciones preventivas para lograr que los adolescentes tengan un peso óptimo, dormir lo suficiente y en el momento oportuno debería ser una prioridad en nuestros esfuerzos”.
Duraccio reconoce que a los adolescentes les resulta complicado mantener un horario de sueño saludable porque están sometidos a horarios académicos rigurosos y suelen tener gran cantidad de actividades extraescolares, lo que unido a que tienen que madrugar para acudir a la escuela, tiene como consecuencia que sus patrones de sueño sean breves e inoportunos y esto se convierta en un hábito.
“Es parte de la naturaleza humana pensar que cuando tenemos una lista larga de cosas por hacer, dormir debe ser lo primero a recortar o lo más fácil de eliminar», añade. «No reconocemos que dormir lo suficiente ayude a cumplir mejor con la lista de tareas pendientes. La salud del sueño debe incorporarse en todos los módulos de prevención e intervención para la obesidad infantil”.
Con información de WebConsultas