El hambre influye directamente en las emociones
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Durante los Juegos Olímpicos de Invierno de PyeongChang, la snowboarder estadounidense Chloe Kim tuiteó sobre su desayuno: “Ojalá hubiera terminado mi sándwich de desayuno, pero mi terquedad decidió no hacerlo y ahora tengo hambre”, haciendo un juego de palabras con “hangry”, un acrónimo de hambriento y enojado, en inglés que parecería común: el término ha entrado en un uso coloquial común, al menos en ese idioma, y muchas personas parecen ser conscientes de que el estado de hambre puede tener un efecto tanto en las experiencias emocionales como en el comportamiento.
Muchos de nosotros somos conscientes de que tener hambre puede influir en nuestras emociones, pero, sorprendentemente, pocas investigaciones científicas se han centrado en el significado de tener hambre. Ahora acaba de publicarse el primer estudio que examina estar hambriento fuera de un laboratorio. Al seguir a las personas en su vida cotidiana, los científicos descubrieron que el hambre estaba relacionada con los niveles de ira, irritabilidad y placer.
Esta nueva investigación científica ha descubierto que sentir hambre realmente puede hacer que tengamos hambre, combinada con emociones como la ira y la irritabilidad fuertemente vinculadas con el apetito. Publicado en la revista PLOS ONE, el estudio es el primero en vincular cómo el hambre afecta las emociones de las personas en el día a día. El uso inglés de “hangry” en el lenguaje cotidiano no había sido explorado por la ciencia de un modo más amplio como fenómeno fuera de los entornos de laboratorio.
El nuevo estudio, dirigido por académicos de la Universidad Anglia Ruskin (ARU) en el Reino Unido y la Universidad de Ciencias de la Salud Karl Landsteiner en Austria, encontró que el hambre se asocia con mayores niveles de ira e irritabilidad, así como con niveles más bajos de placer.
“Aunque nuestro documento no presenta formas de mitigar las emociones negativas inducidas por el hambre, la investigación sugiere que poder etiquetar una emoción puede ayudar a las personas a regularla, por ejemplo, reconociendo que nos sentimos enojados simplemente porque tenemos hambre. Por lo tanto, una mayor conciencia de estar hambriento podría reducir la probabilidad de que el hambre resulte en emociones y comportamientos negativos en las personas”, indicó Viren Swami, profesor de psicología social en la Universidad Anglia Ruskin (ARU), autor principal del estudio.
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