Un cambio de dieta puede reducir las emisiones de carbono y mejorar la salud
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Un nuevo estudio ha demostrado que hacer sustituciones sencillas como cambiar la carne de vacuno por la de pollo o beber leche de origen vegetal en lugar de leche de vaca podría reducir la huella de carbono de los alimentos de un estadounidense medio en un 35%, al tiempo que aumentaría la calidad de la dieta entre un 4 y un 10%, según el estudio.
Estos resultados, publicados en la revista ‘Nature Food’, ponen de relieve el potencial de un planteamiento de «pequeños cambios» que, según los investigadores, podría animar a más consumidores a adoptar hábitos alimentarios respetuosos con el clima. La producción de alimentos representa entre el 25% y el 33% de las emisiones de gases de efecto invernadero del país, siendo la producción de carne de vacuno uno de los principales contribuyentes.
«Este estudio demuestra que reducir las emisiones de carbono de la dieta es posible y no tiene por qué suponer un cambio radical del estilo de vida», afirma Diego Rose, autor principal y director del programa de nutrición de la Facultad de Salud Pública y Medicina Tropical de la Universidad de Tulane (Estados Unidos).
«Puede ser tan sencillo como pedir un burrito de pollo en lugar de uno de ternera cuando salimos a comer fuera –recomienda–. Cuando esté en el supermercado, mueva la mano un palmo para coger leche de soja o de almendras en lugar de leche de vaca. Ese pequeño cambio puede tener un impacto significativo».
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El estudio, que analizó los datos dietéticos de más de 7.700 estadounidenses, identificó los alimentos de consumo habitual con mayor impacto climático y simuló su sustitución por opciones nutricionalmente similares y con menos emisiones.
«Para nosotros, los sustitutos incluían cambiar una hamburguesa de ternera por una de pavo, no sustituir el filete por un perrito caliente de tofu –explica Anna Grummon, autora principal y profesora adjunta de pediatría y política sanitaria en la Universidad de Stanford–. Buscamos sustitutos que fueran lo más parecidos posible».
Las mayores reducciones de emisiones previstas se observaron en los platos mixtos: burritos, pastas y platos populares similares en los que es fácil sustituir la carne de vacuno por una proteína de menor impacto.
El estudio amplió investigaciones anteriores al incluir datos sobre la dieta de los niños. Mientras que para un adulto puede ser más eficaz centrarse en el intercambio de proteínas, Grummon comenta que cambiar a los niños a la leche de origen vegetal puede tener un «impacto significativo en la huella de carbono» y ayudar a iniciar antes hábitos positivos.
El objetivo del estudio no era identificar alternativas saludables a los alimentos ricos en carbono. Y, sin embargo, el cambio a alimentos bajos en carbono mostró «mejoras considerables en lo saludable de las dietas».
Aunque estos sustitutos no pretenden ser una panacea para los objetivos climáticos o de salud personal, son la prueba de que los pequeños cambios pueden tener un gran impacto.
«Hay un solapamiento entre las dietas sostenibles y las dietas saludables –subraya Grummon–. Nuestro estudio demuestra que cambiar un solo ingrediente, hacer un intercambio, puede ser beneficioso para todos, dando lugar a cambios significativos tanto en los resultados climáticos como en lo saludables que son nuestras dietas».
Con información de Infosalus.
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