Siria y San Marón, por María García de Fleury - 800Noticias
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Soy María García de Fleury.

Cuando escuchamos y vemos el terremoto en Siria y en Turquía podemos pensar: ¿Por qué permite Dios los terremotos y otros desastres naturales?. La biblia enseña que Dios sí podría prevenir los desastres naturales pero un desastre natural no es un castigo de Dios. Es triste que con frecuencia los desastres naturales se han nombrado como actos de Dios, mientras que no se le da crédito a Dios por años, décadas y aún siglos de un clima benéfico.

Dios creó todo el universo y las leyes de la naturaliza y así como se sabe científicamente que los huracanes, tifones y tornados, son el resultado de la colisión de distintos patrones climáticos, los terremotos son el resultado del desplazamiento de las placas y las estructuras de la corteza terrestre. Lo que Dios permite es que la Tierra demuestre las consecuencia que tiene el pecado sobre la creación y el pecado es alejarse de Dios, es olvidarse de Dios para actuar cada uno como mejor le parezca.

La caída de la humanidad en el pecado tuvo, y sigue teniendo efectos en todo, incluyendo el universo que habitamos que con todas las cosas de la creación han sido sujetadas a la vanidad y a la corrupción. El pecado es la causa final de los desastre naturales, de la muerte, la enfermedad y el sufrimiento. En general, estos acontecimientos sacuden nuestra confianza en esta vida y nos obligan a pensar en la eternidad, y por lo general las iglesias se llenan después de los desastres a medida de que la gente se da cuenta de lo frágil que es su vida y de como la vida puede ser quitada en un instante.

Hay muchos milagros asombrosos que ocurren durante el proceso de desastres naturales evitando una mayor pérdida de vidas. Los desastres naturales causan que millones de personas revalúen sus prioridades en la vida. Cientos de millones de dólares en ayudas son aviados para ayudar a la gente que está sufriendo, las personas de buena voluntad, y sobre todo los cristianos, tienen la oportunidad de ayudar, aconsejar, orar y guiar a la gente hacia la fe salvadora en Cristo. Dios puede y efectivamente trae grandes cosas buenas como resultados de terribles tragedias.

En medio de este desastre natural se está celebrando el 9 de febrero la fiesta de San Marón, quien nació en Siria en el siglo cuarto y murió en el año 410. Es fundador y patrono de Los Maronitas, un santo venerado tanto en Iglesia Católica como en la Iglesia Ortodoxa, que se destacó por sus virtudes de la justicia, templanza, castidad y trabajo duro. San Marón eligió una campaña solitaria, fue un ermitaño dedicado a Dios. Encontró las ruinas de un templo pagano, lo dedicó al verdadero Dios y lo convirtió en una casa de oración.

Muchos jóvenes siguieron su ejemplo imitando sus virtudes, aprendiendo de sus enseñanzas y adoptando su espiritualidad y fueron llamados «discípulos de San Marón». Después de su muerte, los discípulos crecieron mucho y formaron el Convento de San Marón, convencidos que estando con Dios siempre ganamos.

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