San Miguel Febres Cordero, educador, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
Hablar de los Febres Cordero es remontarse a la Venezuela del siglo XVIII, porque siguiendo instrucciones del Gobierno del Reino de España, llegó como alcalde de Coro el alfere real Don Antonio de Febres Cordero y de la Peña, casado con la española María Bernarda Pérez y Padrón, de esta pareja descienden todos los Febres Cordero de Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú.
Francisco Febres Cordero nació en Cuenca, Ecuador el 7 de noviembre de 1854 y tenía una malformación en sus pies que le impedía caminar bien, cuando tenía 9 años abrieron en Cuenca una escuela de los Hermanos de las Escuelas Cristianas La Salle y allí inscribieron a Francisco a quien todos llamaban Panchito, a través de las clases de religión se fue enamorando cada vez más del espíritu Lasallista, sus padres no veían con buenos ojos que quisiera ser maestro y se opusieron, pero Francisco venció todos los obstáculos y en 1968, la víspera de la fiesta de la anunciación, entró a formar parte de los Hermanos de las Escuelas Cristianas y recibió el nombre religioso de Hermano Miguel.
Era el primer hermano de las Escuelas Cristianas de América Latina en consagrarse a Dios mediante los votos, con gran inteligencia y capacidad de trabajo se dedicó por entero a la enseñanza en todos los niveles, desde las clases elementales a las superiores, enseñaba s los cadetes de la Academia Militar, daba catequesis diaria a los comulgantes, adquirió una cultura muy grande y vertió en cantidades de publicaciones y libros de texto su sabiduría en más de cien títulos, adoptados no solamente en Ecuador sino también en otras naciones de América Latina. Su corazón era todo para Dios y sus alumnos, era un gran devoto de la virgen, fue profesor, director académico y escritor, su enseñanza metódica, clara, con explicaciones sencillas, lecciones precisas, adaptando los contenidos a la edad de los alumnos, escribía los textos que necesitaba y a la vez traducía obras que consideraba que eran importantes para que los otros hermanos de La Salle leyeran.
Por sus méritos culturales y pedagógicos, el dos de agosto de 1892 fue incorporado a la academia nacional de la República de Ecuador y fue nombrado miembro correspondiente de la Real Academia de la Lengua Española. Su discurso de ingreso a la Academia se centró en la influencia del cristianismo en la moral, las ciencias las letras y las artes. Había aprendido a hablar con Dios y en nombre de Dios.
En 1907 le dieron el trabajo de traducir al español los textos que iban a utilizar los hermanos recientemente exilados de Francia y establecidos en gran número en América Latina, por eso se trasladó a Bélgica pero por razones del clima y su salud lo enviaron a Premiá del Mar, en Barcelona, España.
Durante la Semana Trágica producto de la revolución política de 1919 se ocupó de salvar a los jóvenes que tenía a su cargo haciéndolos salir de Barcelona por mar, un año después en 1910 el hermano Miguel contrajo una pulmonía y murió el 9 de febrero de 1910 en Premiá de Mar, Barcelona, con fama de sabio, educador y santo.
La noticia de su muerte conmocionó a muchos, en Ecuador se declaró, luto nacional sus restos fueron llevados a Quito, la capital de Ecuador y su tumba se convirtió en meta de continuas peregrinaciones. Gracias, favores y milagros se producían todo el tiempo junto al hermano Miguel, lo conocen en Ecuador como el mayor maestro del país, porque entregó su vida a Dios y a los demás y con Dios ¡siempre ganamos!
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