«Sencillamente quería dejar de vivir»: la angustia por perder el sentido del gusto
BBC
«Lechuga fría, huevo poché caliente, queso bien derretido, unas nueces crujientes, alguna salsa y alguna especie, como chili picado… para mí, ese es un buen contraste».
¿Qué tal? ¿Se te hizo agua la boca o demasiado complicado para ti?
Ese plato fue diseñado por el bombero Adrian Wellock de la Isla de Wight, Inglaterra, quien sufre de una rara condición llamada ageusia, la ausencia o pérdida del sentido del gusto.
Wellock perdió las funciones gustativas en su lengua y el sentido del olfato durante un episodio de gripe en 2012. Después de unas semanas, recuperó su sentido del olfato pero no el del gusto.
Para disfrutar de la comida lo que ahora hace la diferencia es la textura, temperatura y el aroma… ¿notaste cómo hizo énfasis en eso cuando describió ese plato que saborearía con los sentidos que tiene?
Los trastornos del gusto como el que sufre Wellock son raros y pueden tener un impacto devastador en la vida de las personas. Pero también son sorprendentes y revelan lecciones valiosas que podrían llegar incluso a ser clave en el diagnóstico precoz de la demencia.
Sinsabor
«El momento en el que realmente identifiqué lo que me estaba pasando —recuerda Wellock— ocurrió un día que al desayunar tomé un vaso de jugo de naranja frío y fresco, que normalmente tiene un sabor poderoso, especialmente cuando es lo primero que tomas en la mañana: fue como tomar agua».
A pesar de los antibióticos y esteroides que un especialista le recetó, el problema persistió. Desafortunadamente, en su siguiente visita al doctor éste le informó que no había ningún tratamiento para la pérdida del gusto.
«La comida hace parte de todos los aspectos de la vida -cumpleaños, Navidad, varios rituales… salir a comer es en sí una forma de entretenimiento-. Estoy de acuerdo en que quizás es peor no poder ver o caminar u oír, pero me gustaría que hubiera más comprensión respecto a esta condición».
La ageusia total es una condición particularmente rara pues la mayoría de la gente con perturbaciones en el sentido del gusto tiene problemas en la nariz, no en la boca: resulta que la lengua no juega un rol tan dominante como podríamos pensar.
«Tiene 5 o 6 tipos de receptores: dulce, ácido, amargo, umami, salado y creemos que metálico, pero eso es todo», le explica a la BBC Barry Smith, fundador y director del Centro para el Estudio de los Sentidos en la Universidad de Londres.
«Si eso es todo lo que la lengua nos está dando, ¿cómo es posible que puedas diferenciar entre melocotones, mangos, melones, frambuesas…?».