Caso AH1N1: Cuando los intereses mediáticos priman sobre la preservación de la salud
Caso AH1N1: Cuando los intereses mediáticos priman sobre la preservación de la salud
La escasez de vacunas y tapabocas reseñada en las portadas de los tres más grandes diarios venezolanos (El Nacional, El Universal y Últimas Noticias) enciende las señales de alarma y también el tintineo de las cajas registradoras de las farmacias. No es cosa rara leer «brote» y «amenaza de pandemia» en la prensa nacional de estos días, cuando la influenza AH1N1 ha vuelto a ser noticia, luego de la pandemia mundial de 2009.
Mientras la edición de este 28 de mayo del diario El Nacional habla de 400 casos de contagio registrados en el país, para El Universal y Últimas Noticias la cifra ronda los 200. Pero hay un punto en común so pena de la incongruencia en los datos: la generación de matriz enraizada en el miedo, y en la estrategia mediática de, como dijo la ministra de Salud, Isabel Iturria, «hacer creer que todos vamos a morir de influenza».
Este mismo 28 de mayo, el comunicador social y analista de medios, Alfredo Oliva, denunció en el programa Toda Venezuela, trasmitido por Venezolana de Televisión, que hay una atmósfera en la que se lucha por posicionar las percepciones, es decir, un momento en el cual la batalla política se cuece en el plano de lo perceptivo.
«Hay una lucha por la percepción. O sea hay una percepción de terror, de miedo que se instaura a través de los medios de comunicación (…) Uno le pregunta a cualquier venezolano hoy: usted que ve televisión y ha visto los noticieros en la televisión privada, no hay un noticiero que no inicie con una catástrofe o un hecho de violencia. Y cuando no lo hay se inventa que un gatico en cualquier sitio se guindó de unos cables de tensión y una señora se cayó agarrando el gatico ¿Por qué? Porque lo que necesitan es crear escenarios trágicos y de violencia para seguir exacerbando esa percepción e instaurar la percepción de que en Venezuela no se puede vivir», dijo en entrevista Oliva.
Cifras de muertos y «casos sopechosos» acompañan los vistosos titulares como «Vuelan vacunas y tapabocas» (Últimas Noticias, martes 28 de mayo) y «AH1N1 ha causado 17 muertes» (El Nacional, cuerpo Ciudadanos, 28 de mayo), no sin denunciar la presunta ausencia de una política pública sanitaria que hubiese hecho posible prevenir los casos de influenza actuales.
Mientras el especialista Rafael Uribe es citado por El Nacional para responsabilizar al Estado venezolano de la «rápida y sostenida propagación» del virus «porque no se tomaron las medidas necesarias cuando comenzó el brote», la titular del despacho de Salud, Isabel Iturria, reiteraba en el programa Primera Página de Globovisión que el Gobierno Nacional posee una política de vacunación contra la influenza con la que se han vacunado anualmente alrededor de cuatro millones de personas que se ubican en los grupos de riesgo: personas que padecen enfermedades cardiovasculares con insuficiencia cardiaca, enfermedad broncopulmonar obstructiva crónica, enfermedades pulmonares severas en general, diabéticos, personas con cáncer, embarazadas en segundo y tercer trimestre del embarazo, no en el primero en el que están contraindicadas las inmunizaciones virales y niños de 6 a 11 meses.
«En el caso de Venezuela está el programa de inmunizaciones que incluye la vacuna para la influenza, la vacuna preinfluenza, que incluye la cepa AH1N1 desde el año 2010 en adelante. Es decir, los últimos tres años consecutivos la vacuna de influenza ha estado presente en el esquema de inmunización de Venezuela y se ha administrado en el año 2011 cuatro millones, en esta temporada 2012 hasta 2013 -que ya concluyó- más de tres millones de dosis de vacunas de influenza y la vacuna de influenza está orientada específicamente a determinados grupos», explicó Iturria.
Pero a los medios poco importa esta información, las cifras de muertos – máxima fundamental del periodismo amarillista – parecen llamar más la atención. Tanto que la doctora Irrutia, además de ministra especialista en Salud Pública, tuvo que insistir en reiteradas ocasiones para aclarar que la mejor información que puede darse es aquella destinada a la prevención y no a la diseminación de la paranoia en la población que, alarmada por los titulares de prensa y las informaciones pseudocientíficas, puede incurrir en conductas contraproducentes para impedir el contagio, mientras van escaseando innecesariamente tapabocas y dosis de vacunas.
Y junto a los implícitos llamados de alerta cabalga el estratagema de invisibilizar la escala global del virus, haciendo parecer estrictamente local este problema de salud pública que, al ser un virus producto de un conjunto de enfermedades tan grande como las infecciones respiratorias agudas, está diseminado por todo el mundo.
Vacunas, ¿necesarias?
Durante su participación en el programa Primera Página, Iturria destacó que la vacuna de influenza AH1N1 no es la medida más importante de prevención. «La medida más importante es, repito, el lavado de manos, que se quede en su casa la persona que tiene los síntomas que hacen sospechar que pudiera tener influenza (fiebre mayor a 39º, vómitos), y de ninguna manera la vacunación», indicó la también médica internista y especialista en Salud Pública.
Y así como ella otros especialistas colocados en los pequeños despieces de la prensa nacional, como el infectólogo y director de salud de la Alcaldía de Sucre, Julio Castro, quien explicó a Últimas Noticias que la dosis contra la influenza AH1N1 no es una medida que permita controlar la situación actual puesto que comienza a proteger a las personas luego de tres semanas de aplicación.
No obstante, las fotos de las tapas siguen siendo las de personas recibiendo una inyección y largas colas en los centros de vacunación.
Ante la encarnizada campaña mediática, la ministra Irrutia recalcó que «el tema de las inmunizaciones también es manejado de manera inadecuada y entonces lo que generamos es otra vez más pánico y más búsqueda de algo que no es la verdadera solución. La medida de prevención más relevante y lo repito, es el lavado de manos, el modo adecuado de evitar la diseminación de las gotitas de Flugge, de las gotitas de saliva al toser y al estornudar que es protegiéndose la boca con el codo y no con la mano, y la inmunización está prevista para determinados grupos en particular de acuerdo a las pautas nacionales».
De acuerdo a esas pautas nacionales, exclusivamente deben vacunarse quienes ya están vacunados. Los que no hayan recibido la vacuna deben esperar a que esté lista la nueva dosis contra la influenza para el año 2013-2014, cuyo lanzamiento se prevé para el último trimestre del año, toda vez que la aplicación de la misma ya se hizo en la estacional latinoamericana, que abarca los meses de marzo, abril y mayo.
Sólo la aplicación de la vacuna en el periodo que corresponde (primer y último trimestre del año)– y no una campaña masiva de vacunación- resulta realmente efectiva para proteger del virus. La aplicación a destiempo, por el contrario proporcionaría al paciente la creencia de que está totalmente protegido y pudiera estar exponiéndose al virus sin estar inmunizado.
Sobre los tapabocas
La información carente de basamento científico y atravesada por intereses de orden político puede jugar severamente en contra del atajo del problema y la preservación de la salud. Tal es el caso del uso del tapabocas, pieza fundamental en las notas de los diarios privados que, sin excepción, alertan sobre la escasez de los mismos.
Para Irrutia, «eso es sólo producto de la paranoia y no tiene ningún sustento científico. El uso del tapaboca sólo puede ser para incrementar el riesgo de que la persona adquiera el virus si lo usa inadecuadamente. Porque el tapabocas no está pensado para protegerse, esto no está pensado para que un individuo sano se proteja del virus, es al revés, está pensado para que un individuo enfermo no disemine con las gotitas de Fluggue su saliva al hablar, o con la tos, o con el estornudo, no disemine las particulas virales al ambiente que caen sobre la superficie y permanecen viables por 10, 12 horas, dependiendo del ambiente».
La probabilidad de que una persona sana tome el tapabocas sin lavarse las manos y coloque el virus en la superficie del tapabocas que luego vuelve a la cara, cercano a las mucosas nasales, los ojos y la boca no hace más que multiplicar el riesgo de que el virus afecte a la persona. «El uso del tapabocas está totalmente fuera de lugar y sólo es reflejo de lo que yo llamo la paranoia, de lo que yo llamo la confusión de las personas en las que a veces una información dada de manera inadecuada, más los coletazos de lo que fue todo el manejo mediático que se le dio a la pandemia durante el año 2009», agregó la ministra.
Información cuidada
«La información que debe darse en materia de salud cuando se da de manera inadecuada genera conductas inadecuadas en la población», sentenció la ministra, y sus palabras parecen tener un reflejo gráfico en las fotografías de la prensa nacional
Así, rechazó el tratamiento al mejor estilo de «parte de guerra» con la que los medios de comunicación han abordado un problema de salud pública que, precisamente por el peligro que comporta, debería atajarse de manera pedagógica para instruir a la población sobre las medidas de prevención necesarias, y no con las cifras de muertos, como si se tratara de notas correspondientes a la sección de sucesos.
«Si uno da por ejemplo información todos los días del parte de guerra y luego pone en grandes, gruesas y rojas letras en primera página ‘Se acabaron las vacunas y los tapabocas’, el mensaje que le estás dando a la población es ‘Sal corriendo a ver si encuentras un tapabocas o busca inmediatamente a ver quién te vacuna’. Y ese es un mensaje que desde el punto de vista de Salud Pública está totalmente errado. Si usted entrevista aquí a cualquier persona, independientemente de su ideología política, sea o no parte del Gobierno, le debe decir lo mismo, le debe decir que es absurdo utilizar tapabocas en la población sana, le debe decir como dijo incluso una persona de clara oposición que es la presidenta de la Sociedad de Sociedades Científicas, que es más importante el lavado de manos que la inmunización».
Cuestión de percepción, diría el analista de medios Alfredo Oliva, pero mientras los medios se erigen cada vez más como un escenario de lucha que no por simbólica deja de generar realidad concretas, fuera de las páginas de los diarios, de las pantallas de televisión y los diales de la radio hay una lucha aún más importante por darse, la de proveer la información necesaria para librar la batalla por la vida y la preservación de la salud