San José, hombre justo, por María García de Fleury - 800Noticias
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Soy María García de Fleury, San José, el padre de Jesús, es una persona misteriosa, pero muy importante. Al comienzo del Evangelio de Mateo, José es el hombre justo según la ley, antes de decidir repudiar a María. Sin embargo, después del sueño en que el ángel de Dios se le apareció y le dijo, José, no temas, María está embarazada por obra y gracia del Espíritu Santo, se convirtió en el hombre justo según el plan de Dios, es decir, obedeció a la voz del Espíritu que se le manifestó en sueño y fue dócil a su voz.

Hombre justo significa que cumplía los mandamientos dados a Moisés y los preceptos de la tradición judía, pero no como un súbdito sin voluntad, sino como un hombre libre, como aquel que aparece en los Salmos. El que cumple la ley es el hombre que encuentra en los mandatos del Señor su delicia.

La justicia en San José radicó en ir más allá de las normas de Moisés y se desveló en su magnanimidad al acoger a la palabra de Dios en su casa en el momento en el que tomó a María como esposa. En el día a día acogió a Jesús y a sus necesidades, reflexionó y pidió la fuerza a Dios para hacer frente a los acontecimientos que se le fueron presentando. Su reacción al principio fue una respuesta humana, de compasión o de amor a María, pero después se convirtió en una respuesta teológica, en una respuesta al amor de Dios.

El Evangelio apenas muestra la relación entre Jesús y José, pero faltan muchos momentos. Lo vemos cuando Jesús está perdido y José y María lo buscan. Luego José desaparece y ya no sabemos nada más acerca de esta relación, como tampoco se sabe nada de los 30 años de la vida de Jesús en Nazaret. Es importante el hecho de que San José pertenecía a la descendencia de David y a través de él se llevaron a término las profecías.

No era un hombre cualquiera, alguien bueno que vivía cerca. No, José era el escogido del estirpe de David que dio sentido y cumplimiento a las Escrituras. San José es el hombre que con silencio obedeció, y ese silencio ha resonado en toda la historia de la Iglesia. San José guía cuando preguntamos a Dios qué hacer, enseña a pedir luz y fuerza. En su silencio y oración José le hablaba al Padre con cariño de María y Jesús, sus amados.

En ese amor está la justicia que brota de su unión con Dios, de ser un hombre que vive en el recogimiento y la reflexión, lo que le dio la capacidad de mirar la realidad desde el corazón y el agradecimiento, con la mirada puesta en los planes de Dios. José es modelo de adopción que supera las estructuras patriarcales de su época que estaban muy preocupados por los lazos de sangre.

Él es el modelo de adopción con éxito, un modelo de humanidad para quienes tienen que cuidar a otros, como por ejemplo un maestro que tiene que adoptar a los estudiantes que acuden a él cada nuevo año escolar para asimilar bien los valores académicos, humanos y espirituales.

Amigos, encomendemos a nuestro Padre San José, protector por excelencia, todas nuestras preocupaciones, las personas a nuestro alrededor, los proyectos que llevamos en el corazón, para que Él ayude a que los realicemos plenamente, como hizo con su amado Jesucristo, porque Él fue el Padre adoptivo de Dios en la tierra y con Dios siempre ganamos.

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