Reportaje| Las abejas, fieles aliadas para la seguridad alimentaria mundial - 800Noticias
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Hablar de abejas trae a la mente miel, cera, jalea real y hasta una dolorosa picada, pero escapa al pensamiento que la vida del ser humano en el planeta depende en buena medida de esos laboriosos insectos. Dicho de otro modo, «la extinción de las abejas sería el comienzo del fin para el ser humano», frase atribuida a Albert Einstein, pero de no ser así al menos expresa con la genialidad que lo hubiera hecho el eminente físico la importancia de salvar a las abejas para preservar a la especie humana.

La tercera parte de los alimentos humanos son polinizados por insectos, fundamentalmente abejas; antófilos considerados los polinizadores por excelencia de las plantas con flores, por lo que se les atribuyen gran valor en la conservación del ecosistema.

Por lo general esos hacendosos animalitos visitan flores de una sola especie por un período de tiempo antes de trasladarse a otras, lo cual beneficia a las plantas que requieren polen de la misma naturaleza para su fecundación.

Unos 20 mil tipos de abejas circundan el mundo, las que organizan sus colmenas divididas en castas según sus funciones: obreras, reinas y zánganos.

Las más comunes son las obreras, hembras no desarrolladas sexualmente encargadas de buscar el polen y néctar de las flores, construir, cuidar y limpiar la colmena con un movimiento constante de sus alas.

Por lo regular existe una sola abeja reina por colmena, con la misión de poner los huevos para la nueva generación y desarrollar productos químicos para guiar el trabajo del enjambre.

Si la reina muere, las obreras seleccionan a una de ellas para asumir el trono y con mucho esmero la alimentarán con la jalea real para que pueda convertirse en una reina fértil.

Los zánganos constituyen la tercera casta de la colmena donde viven cientos de ellos en la primavera y el verano, pero en el invierno, cuando la vida en la colmena es muy austera y es preciso «ahorra alimento», son expulsados del abejero.

En tiempo de frío las abejas viven de la miel y el polen almacenado y se mantienen unidas para preservar el calor. Las larvas también se nutren de los productos acopiados en el verano y al llegar la primavera dan lugar a un nuevo enjambre en la colmena.

Lo lamentable es que esa armónica y organizada vida de las abejas desde hace años está seriamente amenazada y millones cada día mueren, y con ellas -quizás lo peor- también desaparece el eslabón inicial de una enorme cadena alimentaria.

Múltiples son las causas de la muerte de las abejas; enfermedades, parásitos, contaminación, incluso por los efectos del cambio climático, pero los expertos atribuyen como principales causas las malas prácticas apícolas y agrícolas, como los monocultivos y en particular el uso de insecticidas y semillas transgénicas.

Los «asesinos» principales de las abejas son los neonicotinoides, como la imidacloprid, tiametoxam y clotiamidina, usados para el recubrimiento de las semillas antes de ser plantadas.

Al comenzar la germinación y crecer el cultivo la toxina se expande por toda la planta hasta llegar polen y el néctar, alimento fundamental de las abejas, por lo que mueren.

Razón por la que en muchos países de la Unión Europea, Perú y Ecuador el uso de esos productos esté prohibido. «Un mundo sin polinizadores sería un mundo sin diversidad de alimentos, y a largo plazo, sin seguridad alimentaria», aseguró el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), José Graziano da Silva, y añadió que «sin abejas sería imposible alcanzar la meta de un mundo sin hambre».

La ausencia de las abejas supone dejar de disponer de alimentos como papas, cebollas, fresas, coliflor, pimiento, café, calabazas, zanahorias, manzanas, girasoles, almendras, tomates, cacao y otros tantos cuya producción depende de la polinización.

Además el cambio climático es también un azote para esos pequeños animalitos, pues tendrán que sobrevivir con temperaturas más altas, advirtió Nadine Azzu, coordinadora de la División de Protección y Producción Vegetal de la FAO, y añadió que «las flores en algunas partes del mundo se están abriendo en momentos diferentes a lo habitual, y las abejas no están allí para polinizar».   Ello explica la necesidad de encontrar maneras para mantener a esas naturales polinizadoras zumbando alrededor de las plantaciones agrícolas durante todo el año.

DÍA MUNDIAL DE LAS ABEJAS
A finales de septiembre pasado la vigesimoquinta reunión del Comité de Agricultura de la FAO aprobó la propuesta de Eslovenia de celebrar cada 20 de mayo el Día Mundial de las Abejas.

Iniciativa avalada por 53 estados en la Conferencia Regional europea, la cual deberá ser también sancionada por la Conferencia de esa organización prevista para diciembre próximo y, de aceptarse la iniciativa, se someterá a consideración de la Asamblea General de la ONU.

La propuesta busca llamar la atención internacional en la necesidad de cuidar y preservar ese valioso insecto por su apreciable valor en la seguridad alimentaria del planeta, por su elevado aporte económico y medioambiental.

La adopción de métodos de producción agrícola mejoran las funciones ecosistémicas, como el enfoque del Manejo Integrado de Plagas, que reduce al mínimo el uso de productos químicos agrícolas para aumentar la producción de manera sostenible.

Iniciativa promovida por la FAO que de hecho protege a las laboriosas abejas.

De igual modo favorece la existencia de comunidades sanas de polinizadores, labor que además de las abejas realizan mariposas, escarabajos, pájaros, murciélagos, mosquitos y otros animales, junto a otras prácticas agrícolas tradicionales.

Existe el criterio de que atraer a los polinizadores a las granjas no es tan fácil  por lo que se recomienda mantener los recursos de hábitats y forraje durante todo el año y promover así que los polinizadores permanezcan en la zona un período más largo.

De igual modo se aconseja plantas árboles y otras que florezcan en diferentes épocas del año, además de mantener setos con flores alrededor de las granjas y mantillo en el suelo para que las abejas puedan esconderse debajo.

Para algunos expertos la clave de lograr mejores rendimientos está en la combinación de la polinización manejada, es decir, instalar colmenas de abejas en las parcelas en la época de floración y la polinización natural.

Para mantener activas y productivas las colmenas es importante la plantación de árboles frutales, al tiempo que para algunos la reforestación, en el caso de cítricos, permite que no haya evasión de colmenas y sí una mayor cantidad de producción de miel.

LABORIOSAS E INCANSABLES
Una sola abeja melífera visita unas siete mil flores cada día y son necesarios cuatro millones de visitas a flores para producir un kilogramo de miel. Ello solo explica la laboriosidad de estos insectos.

La Plataforma intergubernamental científico-normativa sobre diversidad biológica y servicios de los ecosistemas sostiene que a nivel mundial 81 millones de colmenas producen 1,6 millones de toneladas de miel, alrededor de un tercio de las cuales se comercializan a nivel internacional.

Antioxidantes, energizantes, inmunoestimulantes, cicatrizantes, antisépticas, laxantes, diuréticas y bactericidas, son algunas de las cualidades de la miel dado su alto contenido de vitaminas, minerales, azúcares simples, más fenólicos, péptidos, ácidos orgánicos y enzimas.

Por encargo de National Geographic el fotógrafo Anand Varma captó una serie de imágenes que revela una mirada sorprendente del interior de la colmena.

Con la ayuda de expertos de la Universidad de California hizo un video que muestra la evolución de estos polinizadores desde que son diminutos huevos hasta convertirse en abejas obreras.

Con todo el derecho que le asiste por su acucioso estudio de estos insectos Varma sostiene que la voluntad para salvar a las abejas no debe estar solo en los gobiernos, sino también en el ciudadano de a pie, pues sin estas puede que la raza humana tenga sus días contados.

 

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