Reflexión: El Padre Pío de Pietralcina y la Eucaristía
María García de Fleury
El Apostolado Mundial de la Virgen de Coromoto ha lanzado una iniciativa espiritual que invita a los fieles a embarcarse en un viaje de reflexión eucarística.
Durante 33 días, los participantes se sumergirán en meditaciones profundas sobre la Eucaristía, culminando con un acto de consagración al Santísimo Sacramento.
Esta actividad, que se está llevando a cabo a través de WhatsApp, comenzó el 4 de junio y concluirá el 7 de julio, ofreciendo una oportunidad única para la devoción y el crecimiento espiritual.
Hoy la reflexión corresponde a El Padre Pío de Pietralcina y la Eucaristía
El Padre Pío, cuyo nombre de pila era Francesco Forgione, nació el 25 de mayo de 188 en Pietralcina, un pequeño pueblo de la provincia de Benevento en Italia. Creció en una familia numerosa y humilde de campesinos, siendo hijo de Gracio Forgione y María Yuspa Din Nuncio. Desde su infancia, Francesco albergó el deseo de convertirse en fraile.
A los 16 años, ingresó en el noviciado de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos en la localidad de Morcone, adoptando el nombre de Fray Pío. En 1910, se ordenó sacerdote y seis años después, ingresó en el convento de Santa María de las Gracias en San Giovanni Rotondo. Allí, dedicó muchas horas del día a impartir el sacramento de la confesión.
La Eucaristía: el centro de su vida
La vida personal, sacerdotal y apostólica del Padre Pío tuvo como centro la Eucaristía. Se definía a sí mismo como un “fraile pobre que reza” y consideraba que la mejor arma que poseemos, la llave para abrir el corazón de Dios es la oración. En su espiritualidad, destacaba su amor a la Eucaristía, donde vivía en carne propia el sacrificio de Cristo en el altar.
Desde las dos y media de la madrugada, el Padre Pío se recogía en oración para prepararse a vivir el sacrificio eucarístico. En la sacristía, mientras se revestía con las vestimentas sagradas, estaba profundamente absorto, casi ausente. Cuando sonaba la pequeña campanita que agitaba el sacristán, se dirigía hacia el altar, avanzando cada vez más encorvado, como si lo aplastara un peso invisible.
La Misa: una renovación del sacrificio del Señor
La celebración de la misa del Padre Pío no era solamente un signo visible, tangible, expresión de su espiritualidad. Por el contrario, era la fuente de su manantial primordial. No era solo una celebración del misterio eucarístico, sino una participación activa en la renovación del sacrificio del Señor.
Una hija espiritual del Padre Pío le preguntó un día: “Padre, ¿qué es la misa?” y él le respondió: “Es una sagrada combinación con la pasión de Jesús. Todo lo que el Señor ha sufrido en su pasión, inadecuadamente, lo sufro también yo, cuanto es posible para una criatura humana. Y eso, sin méritos míos, solamente por la bondad de Dios. Conociendo la pasión de Jesús, conocerás la mía. En la de Jesús, encontrarás la mía”.
La Eucaristía: transformación y renacimiento
El Padre Pío había logrado entender el inmenso valor del sacrificio eucarístico que se renueva en el altar. Cada uno renacía a la vida nueva después de haber asistido a una misa del Padre Pío. En cierta manera, la celebración de la Eucaristía había literalmente transformado su existencia y la de los demás.
Un sacerdote debe estar profundamente unido a la celebración eucarística. Su misa diaria es lo más importante para él. El Padre Pío enseñaba que la fidelidad a las pequeñas cosas y a vivir de lo sobrenatural era esencial.
El Padre Pío decía que la santa misa no es un compromiso social, ni mucho menos un protocolo. La santa misa es vivir nuevamente todo lo que Jesús vivió. La santa misa es el momento más importante de nuestra existencia.
En conclusión, la vida del Padre Pío y su relación con la Eucaristía nos enseña la importancia de la oración, la devoción y la entrega total a Dios. Nos muestra que la misa no es un simple ritual, sino una renovación del sacrificio de Cristo, una oportunidad para conectarnos con lo divino y transformar nuestras vidas. Como dijo el Padre Pío, “la misa es una sagrada combinación con la pasión de Jesús”, y a través de ella, podemos abrir el corazón de Dios.
Puedes escuchar la reflexión completa aquí
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