¿Qué debes comer tras sufrir un ataque cardíaco?
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Una dieta sana, actividad física regular y el abandono del consumo de cigarro son necesarios para evitar episodios que pongan en riesgo tu vida. Los siguientes alimentos son los que deberías incluir en tu alimentación luego de sufrir un infarto o para prevenir uno.
Se habla mucho del tipo de alimentación que se debe llevar para mantenerse sano, pero, ¿qué dieta alimenticia tienen que seguir las personas tras sufrir un ataque cardíaco para prevenir otro evento cardíaco? En este artículo te damos algunos consejos sobre cómo debería ser tu alimentación.
El estrés, la mala alimentación y la falta de descanso influyen de forma directa en la salud de nuestro corazón. Por eso, tras superar un infarto, debemos adquirir nuevos hábitos de vida más saludables como dejar de fumar, hacer ejercicio físico suave y cambiar nuestra forma de alimentarnos.
Tras un infarto, el paciente debe respetar las restricciones establecidas por su médico para recuperarse y mantener un estado saludable.
¿Cómo debe ser la dieta tras un ataque cardíaco?
La alimentación más saludable para estos enfermos es la dieta mediterránea. Ya que es rica en verduras, frutas, cereales integrales y pescado, además de algunas porciones de carne magra a la plancha. Todo ello preparado con aceite de oliva virgen extra y poca sal (este condimento se puede sustituir por hierbas aromáticas y especias).
Los lácteos deben ser desnatados, y es aconsejable tomar legumbres dos veces a la semana.
Qué comer después de sufrir un ataque cardíaco
Frutas y verduras
De acuerdo con la Fundación Española del Corazón, una dieta rica en frutas y verduras eleva las concentraciones de potasio y magnesio, las cuales protegen al corazón contra trastornos del ritmo cardíaco. Al mismo tiempo que se reduce la concentración de sodio, relacionado con la presión arterial.
Aceite de oliva virgen extra
El aceite de oliva tiene importantes beneficios para la salud. Cuatro cucharadas de aceite de oliva diarias, acompañadas de una dieta mediterránea sana y equilibrada disminuyen las posibilidades de sufrir un ataque cardíaco o una apoplejía.
Frutos secos
Los frutos secos son una fuente excepcional de nutrientes saludables y poseen una gran cantidad de grasas monoinsaturadas. Las nueces, particularmente, son además ricas en omega 3, una grasa polinsaturada directamente vinculada a la salud del corazón.
También cuentan con L-arginina (un aminoácido que ayuda a producir óxido nítrico, que a su vez ayuda a regular la presión arterial) y fitosteroles (compuestos vegetales que ayudan a reducir el colesterol bloqueando su absorción en el intestino).
Té
Todos los tipos de té poseen catequina, un elemento que ayuda a mantener una presión arterial saludable, inhibiendo la síntesis de colesterol y previniendo coágulos de sangre. Además posee quercetina, que mejora las funcionalidades de los vasos sanguíneos.
Pescado azul
Tras sufrir un infarto, nuestra dieta debería excluir las grasas saturadas. Sin embargo, en ningún caso nos podemos olvidar de las insaturadas. Estas las podemos encontrar en los pescados grasos como por ejemplo el salmón, la caballa o la trucha.
Cereales integrales y legumbres
El salvado, que es la cascara que protege a la semilla del cereal, ayuda a ralentizar la absorción de azúcares y disminuye el colesterol en la sangre, de acuerdo con un artículo de la Asociación Española del Corazón.
Por otro lado, las legumbres son una excepcional fuente de proteínas de origen vegetal, además de una excelente elección por su contenido en fibra y minerales.
¿Qué alimentos están desaconsejados tras sufrir un ataque cardíaco?
Tras un infarto, el paciente debe seguir una dieta cardiosaludable. Por eso, debe evitar los alimentos que contengan grasas saturadas, trans y colesterol, como pueden ser los lácteos enteros, la mantequilla, las carnes grasas o los azúcares.
Tampoco son aconsejables los embutidos, tanto por contener grasas perjudiciales como una gran cantidad de sodio, bollería industrial (rica en grasas trans) y alimentos precocinados.
Por último, recuerda que es muy importante incorporar, siempre consultando a tu médico, el ejercicio moderado a tu rutina. Tras un infarto, la actividad física es una gran aliada para mejorar la salud de nuestro corazón.