¿Puede el nivel educativo influir en la alimentación?
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Las personas con un menor nivel de educación o con un poder adquisitivo bajo tienden a un mayor consumo de alimentos procesados.
La educación tiene mucho que ver a la hora de hablar de nutrición. Vamos a ver a continuación cómo influye el nivel educativo y socioeconómico en la calidad de la alimentación.
El desconocimiento y el escaso poder adquisitivo, que a veces van de la mano, pueden llevar a los individuos a ignorar los riesgos del consumo excesivo de determinadas clases de alimentos.
Los ricos consumen más superalimentos
Un estudio publicado en la revista The International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity afirma que los ricos son más propensos a consumir superalimentos. Esto puede deberse a dos motivaciones diferentes:
- Una de las motivaciones que les lleva a realizar estas adquisiciones es el distintivo social.
- Otra, que son conscientes de que los alimentos ricos en nutrientes son fundamentales a la hora de garantizar un correcto estado de salud.
Los individuos de alto nivel educativo y de condiciones económicas favorables tienden a comprar productos ecológicos, frescos y con menor contenido en azúcares y grasas trans. Estas personas son más cuidadosas en lo que a alimentación se refiere y tienden a preocuparse más por sus dietas.
El nivel educativo influye en la alimentación
El nivel socioeconómico puede influir en la calidad de la alimentación. Así lo demuestra un artículo publicado en la revista Nutrients. En este investigación se relaciona el hecho de pertenecer a una comunidad con un nivel educativo menor con un mayor consumo de alimentos ricos en azúcares y grasas trans.
De este modo, tanto el nivel educativo como el socioeconómico influyen en la alimentación. La mayor parte de los hábitos dietéticos se inculcan durante la adolescencia. Por eso, el hecho de transmitir la importancia de alimentarse de manera adecuada forma parte del proceso educativo.
Las rutinas son mucho más difíciles de asimilar en la edad adulta, en especial las referidas a la alimentación. Por este motivo, por ejemplo, es complicado que una persona que nunca consumió pescado en su vida empiece a hacerlo a partir de determinada edad.
La educación alimentaria es fundamental y, aunque cualquier individuo es susceptible a recibirla, es más sencillo implementar buenos hábitos en los niños.
La importancia de una dieta saludable
Mantener unos hábitos de alimentación correctos influye en la salud de manera muy determinante; sobre todo a medio y largo plazo. Por este motivo, se recomienda reducir la ingesta de alimentos ultraprocesados, ricos en grasas trans y en azúcares.
Lo aconsejable es priorizar el consumo de productos frescos, de menor densidad calórica y de mayor valor nutricional. Esta clase de alimentos contienen vitaminas, minerales y antioxidantes esenciales para el correcto funcionamiento del organismo. Incluirlos en la dieta de manera habitual retrasa el envejecimiento y reduce el riesgo de desarrollar enfermedades complejas.
Pese a todo, en muchas ocasiones, el acceso a estos alimentos de alta calidad está reservado para quien tiene un poder adquisitivo alto. Este es otro de los motivos por los cuales el nivel socioeconómico influye de manera trascendental en la alimentación.
Hay gente que conoce perfectamente los efectos nocivos del sobreconsumo de alimentos procesados, sin embargo no se puede permitir comprar productos frescos por poseer un precio mayor.
El nivel educativo se relaciona con la alimentación y con la salud
Como hemos visto, el nivel educativo está estrechamente relacionado con la calidad de la alimentación. Las personas de estratos socioeconómicos altos tienden a alimentarse mejor. En muchas ocasiones, acceden a alimentos más saludables ya que disponen de los conocimientos y de las condiciones económicas necesarias. Otras veces, lo hacen solo como un método de distintivo social.
Sea como fuere, es importante inculcar buenos hábitos dietéticos en la población. Sobre todo en niños y adolescentes, ya que será más fácil que los adquieran durante esta época que en la edad adulta.
Recuerda que llevar a cabo una alimentación saludable y equilibrada reduce el riesgo de enfermar de forma considerable. Resulta crucial disminuir el consumo de productos ultraprocesados e incrementar la ingesta de alimentos frescos.
Estos últimos cuentan con una menor densidad calórica pero con un mayor contenido en nutrientes. El aporte de vitaminas, minerales y antioxidantes reduce el riesgo de obesidad; también de desarrollar enfermedades complejas a medio y largo plazo.
Desgraciadamente, llevar a cabo una buena alimentación puede no resultar barato. Por este motivo, no todos tienen acceso a esta posibilidad. Acudir a un nutricionista puede ser un modo de optimizar la dieta para que sea lo más equilibrada y adecuada posible, dentro de las posibilidades económicas de cada uno.