Parte del legado de San José María Escrivá de Balaguer, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

María García de Fleury

Hoy, 26 de junio, día en que se celebra a San José María Escrivá de Balaguer, quisiéramos reflexionar en cuán útiles son y están siendo las enseñanzas y el testimonio de vida que legó a la humanidad, tanto a sus seguidores como a cristianos de a pie y a no cristianos. Su mensaje básico es el de la vocación universal a la santidad, tema que, por cierto, va a dedicar la Iglesia católica en el año 2025, con motivo del jubileo.

San José María Escrivá predicó con insistencia temas que van desde el trabajo, la familia, el mundo, el tiempo, la historia, la vocación, la cultura, la libertad, la ciudadanía, la unidad de vida. Con gran delicadeza y realismo, sencillez y profundidad, invitaba a las personas a que desde el lugar de la vida que estuvieran ocupando, Dios y la religión estuvieran siempre en el primer plano.

Esto porque estar en el mundo es buscar desarrollar armónicamente las diversas dimensiones del ser humano y mostrar que ellas pueden tener un valor santificador frente a las realidades del día a día de cada uno. Su idea era, en sus propias palabras, «ser del mundo sin ser mundanos». Así lo plantea en su libro, Amigos de Dios, cuando dice que sólo son posibles dos modos de estar en la tierra. Se vive la vida divina, sobrenatural, luchando para agradar a Dios, o se vive la vida animal, más o menos humanamente ilustrada, cuando se prescinde de Dios.

Para San José María, la identidad humana está definida por nuestra condición de hijos de Dios, como un principio de vida nueva. En su libro Forja, dice que cada persona debe ser una antorcha que ilumine los caminos terrenos de las personas, pues de nosotros depende que muchos no permanezcan en tinieblas, sino que anden por senderos que llevan hasta la vida eterna.

Enseñaba que en el día a día debemos corresponder al amor de Dios, siendo contemplativos y al mismo tiempo santificando las realidades terrenas. Estas dos cosas son inseparables y están al alcance de todas las personas, pues a la vez que desarrollan su naturaleza humana, están contando con la ayuda sobrenatural de Dios.

En la práctica, San José María anima a que cada persona organice su tiempo, se ponga un horario, de forma que con tranquilidad y serenidad pueda hacer sus deberes, incluyendo el descanso, y ayudar a sus hermanos. De esto se trata vivir como hijos de Dios.

La conciencia de ser hijos de Dios orienta la vida en una dirección muy alta, porque conduce a sentir profundamente la solidaridad con todos los hombres, la responsabilidad por toda la creación, la participación en las angustias y en los problemas de la historia humana. Esa era la filosofía de San José María. S

ignifica que tenemos que ir más allá de un diagnóstico de los problemas del mundo, significa sentirse interpelado personalmente por tales problemas y advertir con nueva profundidad el enorme potencial transformadora de las estructuras cuando el trabajo humano se realiza como servicio, con amor, con un auténtico espíritu cristiano.

Para Monseñor Escrivá, el mundo y la historia no son impermeables a la manifestación de Dios, ni opacos a su presencia. Por el contrario, hay una solidaridad de destino entre el mundo y el hombre que no pone en peligro la referencia del hombre a Dios.

El mundo es el espacio para la manifestación y la revelación de Dios, así como espacio de actos humanos que tienen a Dios y no al mundo como fin último. Esto lo decía San José María Escrivá porque tenía la certeza de que con Dios ¡siempre ganamos!

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