Los Jóvenes Se Unen para Buscar a Cristo, por María García de Fleury
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Soy María García de Fleury.
Jesús dijo, donde dos o más estén reunidos en mi nombre, ahí estaré yo en medio de ustedes. En la Jornada Mundial de la Juventud no hay dos o tres, sino miles de miles de jóvenes y unos pocos, no tan jóvenes, unidos en oración en nombre de Dios. Es su iglesia y los jóvenes están diciendo, somos parte de esa iglesia que Cristo fundó.
Es emocionante ver esa multitud de miles de jóvenes participando en las misas al mismo tiempo, recibiendo la Sagrada Comunión, el cuerpo de Cristo, en el mismo momento y en el mismo lugar. Recibir al Señor resucitado con todo nuestro ser y al mismo tiempo ser conscientes de que tantos otros en su vida han escuchado su llamado y se han encontrado con Jesús, es indescriptible.
Aunque la secularización y el empoderamiento de las personas pretenden socavar cada vez más la transmisión intergeneracional de la religión, eventos como la Jornada Mundial de la Juventud enraizan y solidifican las creencias tanto a los jóvenes como a los que están alrededor.
Además busca rescatar tradiciones porque, aunque la Jornada Mundial de la Juventud existe desde hace solo 30 años, la tradición de peregrinar data de muchos siglos atrás.
Peregrinar puede ser una excelente forma de rezar con el cuerpo. Junto a este objetivo religioso también hay uno geopolítico. Creada al fin de la Guerra Fría, la Jornada Mundial de la Juventud busca convertir a los jóvenes en pacificadores, con miras a superar la lógica de las diferencias.
Jesús llama a todos a estar cerca de Él, pero al mismo tiempo cerca de nuestros hermanos y hermanas. Pide que seamos uno para que el mundo crea, teniendo en cuenta que todos tenemos capacidades y habilidades diferentes. Por eso en la Jornada Mundial de la Juventud se ven banderas de todo el mundo y personas de diferentes etnias y culturas.
Conocer a personas de tantas partes diferentes del mundo brinda nuevas perspectivas sobre cómo otros católicos de todo el mundo practican su fe. Es palpar cómo la fe une, a pesar de que seamos tan distintos, a pesar de que tengamos culturas distintas y nos expresemos diferente. Es aprender y darse cuenta que podemos tener amigos en cualquier parte del mundo, porque Cristo está uniéndonos. Experimentar la reconciliación con Dios, con tantos sacerdotes dispuestos a escuchar las confesiones. Saber que el representante de Cristo en la Tierra, el Papa, está ahí acompañando estos días tan especiales, aunque no se logre ver de cerca, es una experiencia para recordar toda la vida.
Para aquellos jóvenes que no están seguros de cómo vivir el presente de la Iglesia, este es el momento de descubrir a lo que Dios los está llamando. Jesús necesita que en un mundo lleno de problemas existan personas que sean luz y sal de la Tierra. Como sus discípulos, aprendamos unos de otros y oremos unos por los otros.
La Jornada Mundial de la Juventud es un nuevo estímulo para la fe, la esperanza y la caridad. Con los jóvenes como protagonistas, esta jornada promueve la paz, la unidad y la fraternidad entre los pueblos y las naciones del mundo. En esta jornada, si bien hay momentos profundos de oración, también los hay de cantar y bailar por todas partes. Se siente como una pequeña muestra del cielo en la Tierra. Muestra a los demás que la Iglesia está viva. La Jornada Mundial de la Juventud no es sólo para los que asisten.
Los medios de comunicación podrán retratar a la Iglesia como desconectada de los jóvenes, pero la juventud, la energía y la alegría tangible de estas jornadas son una contranarrativa poderosa y le dice al mundo entero que la juventud está al lado de Dios porque sabe que con Dios siempre ganamos.
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