Las imágenes sagradas, por María García de Fleury - 800Noticias
800Noticias
Religión

800 Noticias | Marco Arriaga

Soy María García de Fleury

Cualquier católico bien formado sabe que las imágenes no se adoran, se adora solamente a Dios. Las imágenes de los santos, de los ángeles o la misma virgen se veneran, son dos cosas muy diversas. Adoración y veneración.

El capítulo 20 del éxodo prohíbe la fabricación de imágenes pero al mismo tiempo cinco capítulos más adelante, Dios manda a hacer imágenes del Arca de la Alianza con dos seres alados de oro labrado a martillo en los dos extremos y hasta indica como hacerlo.

Luego Dios manda por medio de Moisés fabrica la imagen de la serpiente de bronce y ponerla en el asta de una bandera, para que cuando alguien sea mordido por una serpiente, mire la serpiente del asta y se salve. La Biblia recurre a las imágenes de dios desde los primeros capítulos del Genesis. Dice por ejemplo que su espíritu aleteaba por las aguas al comienzo de la creación, que se paseaba por el jardín al caer de la tarde y que sus pasos hacían ruido.

Y así vamos viendo que en el resto de la biblia Dios se pone bravo, se arrepiente, se goza, todas esta son imágenes literarias pero no menos imágenes que un cuadro de Dios o una escultura. Todas estas son imágenes tomadas del mundo de los hombres para dar a entender a nuestros pobres intelectos la majestad divina.

Amigos si el literato puede usar imágenes ¿por qué no puede usar las del pintor o escultor?. Podemos hacernos imágenes en nuestra imaginación ¿Por qué no pueden hacerse en el exterior?. Es pecado de idolatría adorar a una imagen como si esta fuera Dios, en cambio, no es idolatría el hecho de representar a Dios con imágenes ni rendir a las imágenes una veneración del mismo modo que cuando se tiene una fotografía de un ser querido.

Uno no está enamorado del papel que la representa, sino de la persona de carne y hueso que está allí retratada, de la misma manera quien ve una imagen de un santo o de la virgen no se detiene ni en el papel, ni en la terracota, ni en el yeso ni en la manera en la que están fabricadas. Sino en la persona real que desde el cielo puede interceder por nosotros ante Dios.

Cuando los ancianos de Israel se postraban ante el arca de la alianza no se postraban ante una caja de madera, se postraban delante de Dios. Desde que Dios se reveló en forma humana Cristo se hizo la imagen visible del Dios invisible. El culto que le damos a Jesús mirando una imagen suya no es de adoración a la materialidad de la imagen, sino a la divina persona que en ella está representada.

Un cristiano no está ligado a la estatua. Si la estatua es destruida su fe no vacila, tampoco cesa, es simplemente una representación de Dios, de la virgen, de la madre de Dios y es un objeto material. Destruir una imagen sagrada es atacar, profanar, lo que simbólicamente representa, es mostrar rechazo y odio hacia las cosas de Dios. Las personas de fe estamos llamados a hacer actos de reparación ante tales profanaciones.

Venerar la imagen de la virgen o de un santo se trata de una fe sencilla como el conocido del caso de la hemorroisa que al tocar el manto de Jesús se sanó. El cristiano no le rinde culto a la materialidad sino a lo que representa y ayuda a acercar a Dios porque nosotros sabemos que con Dios siempre ganamos.

Le interesa: Vámonos a Misionar, por María García de Fleury

Únete a nuestro canal de Telegram, información sin censura: https://t.me/canal800noticias