Impétigo: síntomas y causas
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El impétigo es una enfermedad bastante contagiosa. Por esa razón debe tratarse lo más pronto posible. Generalmente afecta a los niños de entre 2 y 6 años, pero también puede ser contraída por los adultos.
El impétigo es una enfermedad infecciosa que afecta principalmente a los niños. Se estima que alrededor del 1 % de los niños europeos han sufrido de este mal. En Latinoamérica el porcentaje asciende al 15 %. No es un problema grave, pero sí puede dar lugar a consecuencias importantes.
Son raros los casos de impétigo en adultos. Sin embargo, esta enfermedad puede presentarse a cualquier edad. Lo habitual es que tenga lugar en la infancia, en niños de edades comprendidas entre los 2 y los 6 años. En esa etapa no hay hábitos de higiene totalmente cimentados y hay mucho contacto físico entre los pequeños.
Frente a un caso de impétigo, es importante que se trate en el menor tiempo posible. Pese a que en principio no reviste gravedad, en cambio sí es muy contagioso y se expande rápidamente. Así mismo, en algunos niños puede desencadenar la glomerulonefritis postinfecciosa, que es un problema serio.
El impétigo es una infección de la piel producida por bacterias. Generalmente aparece en forma de llagas rojas en la cara. Estas se ubican preferencialmente cerca de la boca o la nariz. También es posible encontrarlas en las manos y lo pies. Estas llagas se revientan y dan origen a costras de color miel.
La infección tiene lugar en la epidermis, que es la zona más superficial de la piel. En esta hay una capa llamada queratina, que actúa como protectora del contacto con el exterior. Si esta capa se debilita o se daña, permite el paso de las bacterias que causan el impétigo.
Existen básicamente tres tipos de impétigo:
- Ampolloso. Es causado por estafilococos y da lugar a la formación de ampollas en la piel.
- No ampolloso. Lo causa la bacteria estreptococo y en lugar de formar ampollas, erosiona la piel. Es la modalidad más común.
- Tipo ectima. Genera úlceras, en lugar de ampollas o erosiones.
Síntomas
El primer síntoma de esta enfermedad es un enrojecimiento en la piel, como si algo la hubiese irritado. También aparece un picor creciente. Un poco más adelante brotan pequeñas ampollas o vesículas. Estas tienen una cubierta muy fina, que se rompe fácilmente.
Al reventarse, las ampollas o vesículas dejan salir pus. Esta sustancia es altamente contagiosa y debe evitarse cualquier contacto con ella. La piel queda en carne viva y presenta sangre. Es habitual que haya algunas ampollas especialmente resistentes. Estas presentan una costra amarillenta a su alrededor.
Es muy habitual que se inflamen los ganglios próximos a la zona afectada. Estos se pueden mover al desplazarlos y no es raro que generen dolor. Sin embargo, se trata de un síntoma que muchas veces pasa desapercibido. No hay fiebre, ni malestar, ya que se trata de una infección localizada y superflua.
Causas del impétigo
El impétigo generalmente es provocado por la bacteria Staphylococcus aureus o por Streptococcus pyogenes. Esta última también es conocida como “estreptococo del grupo A” y es causa de la faringitis estreptocócica.La enfermedad se adquiere por contacto directo con alguien contagiado.
Si el niño se rasca y luego se toca alguna otra parte de su cuerpo, puede desplazar la infección a esa nueva zona. La enfermedad se contagia también por tocar artículos que hayan estado en contacto directo con la piel, como ropa, toallas, etc.
Los principales factores de riesgo del impétigo son los siguientes:
- Edad. Afecta principalmente a niños de entre 2 y 6 años.
- Hacinamiento. El contagio se expande en lugares con mucha concentración de niños.
- Clima. El impétigo se presenta con mayor frecuencia en climas cálidos y húmedos, y en época de verano en los países que tienen estaciones.
- Lesiones en la piel. Lo usual es que las bacterias del impétigo ingresen a la piel a través de las pequeñas heridas, como picaduras de insectos o lesiones similares.
Otros datos de interés
Aunque no es frecuente, la enfermedad también puede tener lugar en los adultos. Quienes están más expuestos a contraerla son aquellos que tienen debilitado el sistema inmunitario, bien sea por el uso de algún medicamento o por otra enfermedad. Los diabéticos también son una población de riesgo.
Lo normal es que las llagas se curen después de un tiempo y no dejen cicatrices. Solo en raros casos se presentan complicaciones. Las más usuales son marcas o cicatrices, problemas renales o dermatopaniculosis deformante.
Por lo general, la enfermedad se trata con antibióticos. Se recomienda que el niño no asista a la escuela hasta por lo menos 24 horas después de haber iniciado el tratamiento. En algunos casos se recomienda cubrir la zona afectada con un apósito o con gasa.