Harina de insectos y helado de grillos contra la escasez de alimentos
EFE
El planeta aumenta su población y amenaza con quedarse sin alimentos para todos. La startup CRIC, de Costa Rica, se dedica a paliar este problema aprovechando los insectos como «supernutriente» para elaborar harina, o incluso galletas y postres helados de grillos, relata a Efe la nutricionista Daniela Arias.
Los insectos son «el alimento del futuro» para esta empresa porque, dice, es la especie más común en el mundo, consumen 2.000 veces menos agua, ocupan 25 veces menos espacio, necesitan 12 veces menos alimentos y generan 100 veces menos gases de efecto invernadero que la industria ganadera.
Además, en comparación con otras carnes que carecen de ciertos nutrientes, los insectos sí tienen proteína, grasa saludable, fibra, vitaminas, minerales, fuentes de calcio, lo que les hace un «supernutriente», según este proyecto empresarial.
La empresa, que cuenta con una granja de insectos comestibles, crea «soluciones saludables y sostenibles» a partir de esos animales y en la fase actual, CRIC está trabajando con grillos introduciéndolos de «manera fácil» en el mercado, como alimentos en forma de polvo, una materia prima que se puede utilizar después para cocinar.
Bajo el lema «salvemos el mundo, comamos insectos», Daniela y su socio, Alejandro Ortega, lograron registrar oficialmente a los grillos como «materia prima», lo que les permite situar este alimento en otros países desde Costa Rica, donde está una de las mayores variedades de insectos en el mundo porque tiene «todo lo que necesitan»: clima, agua, sol, plantas.
Ahora están empezando a trabajar con otros insectos nutritivos, como larvas de escarabajo o saltamontes, para «crear otros productos, no necesariamente de la industria alimentaria», como sustitutos del plástico desarrollados a partir de los biopolímeros; es decir, utilizando así cada insecto de «la manera más eficiente y para un uso específico».
El proceso de crianza es la parte «más importante», señala, y es el factor determinante para que sea una solución sostenible y saludable para el ambiente; por eso, el punto «más crítico» es garantizar que «la producción de los insectos sea de la mejor calidad posible y lo más eficiente posible» con el objetivo de incluirlos «en una economía circular».
Al mismo tiempo, indica, hay que garantizar un flujo continuo de insectos y una empresa que está empezando su andadura como CRIC, se ve obligada a «sacrificar algunos clientes para poder mantener esa producción y satisfacer los pedidos de otros».
Los insectos se reproducen cada siete semanas, su ciclo de vida, y si no son sacrificados, entonces se multiplican por diez, lo que hace que sea «una solución sumamente escalable».
CRIC tiene clientes en México y Costa Rica, y está asociada a la Cámara de Comercio de Holanda, donde recibe un «apoyo estratégico muy importante» que Daniela quiere utilizar para dar el salto a Europa, estableciendo en Ámsterdam un centro de distribución, e importar «insectos como fuente de sostenibilidad».
«Nuestro principal cliente por ahora es México, tenemos una orden de compra de 500 kilos por mes. En Costa Rica, hemos tenido algunos clientes, como empresas de galletas o de manufactura de otros productos, incluso helados de grillo», añade esta joven entre risas, porque «nadie diría» que se prefiera sabor a insecto, en vez de a chocolate.
No tienen intención de mover su sede a otro país alejado de Centroamérica o las islas caribeñas «por el clima, porque la humedad y la temperatura permiten que la reproducción de insectos sea de la manera más eficientes, con menos costes y recursos como la electricidad, permitiendo que los insectos se sienten en su hábitat natural».
Daniela fue quien descubrió este mundo cuando al terminar su licenciatura se apuntó a un curso sobre la relación entre nutrición y artrópodos, familia que incluye desde arañas y escorpiones, hasta los mariscos.
Durante este tiempo, se ha dado cuenta de que «los insectos como solución a problemas» globales son «una oportunidad de negocio buena», porque para el año 2050 la población mundial pasará de los actuales 7.000 millones a 9.800 millones de habitantes, concentrada en Asia (52 %) y África (21 %), según cálculos de la ONU.
Este ascenso provocará muchos problemas de malnutrición, no solo de desnutrición sino también de enfermedades crónicas provocadas por deficiencias en elementos como las proteínas y otros nutrientes.