ESTUDIO| Riesgo de muerte súbita mientras se practica el sexo es realmente mínimo
ABC
Los episodios de muerte súbita, es decir, las muertes que se producen por una parada cardiorrespiratoria repentina, suponen en torno al 50% de todos los fallecimientos asociados a las enfermedades cardiovasculares. No en vano, el porcentaje de personas que sobreviven a un paro cardiaco repentino es inferior al 7%, siendo la razón principal para esta desmesurada mortalidad el carácter ‘súbito’ del episodio, que imposibilita que el afectado reciba atención médica profesional en la inmensa mayoría de los casos. Pero, exactamente, ¿cuál son los desencadenantes de estos episodios de muerte súbita? Pues principalmente, los esfuerzos físicos extremos, como sería correr una maratón sin la preparación adecuada. Entonces, y dada su exigencia física, ¿el sexo también se asocia con un riesgo mayor, o mucho mayor, de sufrir una parada cardiorrespiratoria repentina? Pues según un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto Cardiovascular Cedars-Sinai en Los Ángeles (EE.UU.), no.
Como explica Sumeet S. Chugh, director de esta investigación publicada en la revista «Journal of the American College of Cardiology», «en nuestro trabajo hemos encontrado una baja carga de episodios de muerte súbita relacionados con la actividad sexual. La mayoría de los casos correspondieron a varones con historial previo de enfermedad cardiovascular, si bien en algunas situaciones también hemos detectado el uso de fármacos, de estimulantes y de alcohol».
Temor injustificado
Numerosos estudios han demostrado que la práctica del sexo se asocia con un mayor riesgo de sufrir un episodio cardiovascular no fatal –o lo que es lo mismo, no mortal–, caso muy especialmente de un infarto de miocardio. Un incremento del riesgo que se explica por la exigencia física que requieren las actividades sexuales, exigencia que, en algunos casos, puede desbordar la capacidad del corazón. Tal es así que en el imaginario popular siempre ha existido un cierto temor sobre la posibilidad de padecer un episodio de muerte súbita mientras se realiza el acto sexual. Pero esta preocupación, ¿está realmente justificada?
Para responder a esta pregunta, los autores recurrieron a los datos registrados en el periodo 2002-2015 en el Estudio sobre Muerte Súbita Inesperada de Oregón (Oregon SUDS), trabajo en el que se recogen todos los episodios de muerte súbita documentados en los Servicios de Urgencias de los hospitales de Portland (EE.UU.) y se especifican las causas de su aparición. Y lo que hicieron fue centrarse en los casos ocurridos durante el acto sexual o en la hora posterior en la población mayor de edad.
Los autores identificaron un total de 4.557 episodios de muerte súbita registrados durante los 13 años evaluados. Y de los mismos, únicamente 34 –o lo que es lo mismo, un ínfimo 0,7%– estuvieron asociados a la actividad sexual. Además, el riesgo de sufrir un episodio es muy, pero que muy superior en los varones, que sumaron hasta un 94% de todos los casos. De hecho, y mientras uno de cada 100 casos de muerte súbita en varones se encontró directamente asociado con la práctica del sexo, en el caso de las mujeres fue solo uno de cada 1.000. Concretamente, y de acuerdo con los resultados, el perfil tipo del paciente que sufre uno de estos episodios durante el sexo o en la hora posterior a su finalización es el de un varón de mediana edad, afroamericano y con antecedentes de enfermedad cardiovascular –y que, en la mayoría de los casos, toma medicación para tratarla.
Es más; los pacientes que experimentan un episodio de muerte súbita asociada al sexo tienen también una mayor tasa de fibrilación ventricular –un tipo de arritmia en el que el corazón se ‘dispara’, llegando a latir más de 250 veces por minuto y de manera irregular hasta que, totalmente desbordado, se para.
Y en este contexto, ¿la frecuencia con la que se practica el acto sexual tiene alguna influencia sobre el riesgo de sufrir una parada cardiorrespiratoria? Y es que puede presuponerse que cuanto más se repita la actividad, sobre todo en una misma ‘sesión’, mayor será la exigencia física. Sin embargo, y si bien el dato podría ser muy relevante, no había ninguna información al respecto en los registros del Oregon SUDS, por lo que no se pudo extraer ninguna conclusión.