Estrés, violencia y hambre: riesgos de tener los colegios cerrados en África
EFE
El prolongado cierre de centros educativos en diversos países de África subsahariana debido a la pandemia global de la COVID-19 acarrea otra serie de peligros para sus estudiantes, como una mayor violencia y estrés en el hogar o malnutrición, advirtieron este jueves Unicef y la OMS.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) abogó hoy, en una conferencia virtual conjunta con la Organización Mundial de la Salud (OMS), por una «reapertura segura» de los colegios en la región dada su «faceta protectora» para millones de alumnos.
«El cierre de las escuelas está potencialmente agravando el riesgo de embarazos adolescentes, la violencia padecida por los niños, un mayor abuso de drogas, ansiedad, soledad y aislamiento», enumeró la directora regional de la OMS para África, Matshidiso Moeti.
Según una encuesta de la OMS hecha en 39 países de África subsahariana, sólo en seis de ellos los colegios están operativos en su totalidad, mientras que se mantienen cerrados en 14 naciones y abiertos para exámenes en otras 19.
Además, al menos 18 millones de niños y niñas se enfrentan a una mayor inseguridad alimentaria al no contar con el almuerzo que recibían en sus centros escolares, señaló Moeti.
«Pese a reaperturas parciales este año, en el sur y este de África seguimos con 75 millones de niños sin la oportunidad de aprender», recordó, por su parte, el director regional de Unicef para esta región, Mohamed M. Malick Fall, quien advirtió de que entre «el 20 % y el 25 %» de los alumnos podrían no regresar ya a la escuela.
Este riesgo es todavía mayor para las niñas y adolescentes- sobre todo aquellas desplazadas por la violencia o de familias con pocos ingresos- a menudo víctimas de actos de violencia y explotación sexual que conducen a embarazos no deseados; lo que más tarde les impide continuar con sus estudios.
«VOLVER MEJOR»
Asimismo, ambas instituciones abordaron la necesidad de priorizar la educación, pero adaptándose a las nuevas necesidades de esta pandemia, con clases de menos alumnos en las que -tanto ellos como los profesores- puedan lavarse las manos, guardar las distancias y controlar su temperatura corporal.
«Se trata de volver, pero volver mejor», resumió Fall, al señalar que todas estas medidas servirían a su vez para «aumentar la calidad de la educación» al beneficiar a los alumnos y ofrecer un espacio más higiénico y seguro.
Algo todavía difícil de garantizar en África subsahariana, donde solo un 44 % de los colegios cuenta con agua potable y un 47 % con servicios básicos de saneamiento, según un informe de la OMS y Unicef.
«Si la educación se ve comprometida se podría hablar de una generación perdida», sentenció Fall, quien señaló que, además, se trata de la generación que tendrá que enfrentarse a crisis futuras como la de la COVID-19.