Domingo Mosén Sol, fundador de los operadores diocesanos, por María García de Fleury
Redacción 800 Noticias
Soy María García de Fleury
Manuel Domingo y Sol nació un viernes santo 1 de abril de 1836 en Tortosa, Tarragona España. Al día siguiente lo bautizaron. Estudió latín y humanidades en el Colegio de San Matías. A los 15 años ingresó en el seminario y allí estudio filosofía, teología y derecho. Pero se caracterizaba siempre por tener una devoción mariana muy sólida.
Fue nombrado sacerdote en junio de 1860. Ya de sacerdote, fue misionero popular recorriendo todas las parroquias de la diócesis y en 1867 obtuvo el doctorado en teología por la Universidad de Valencia. Durante 23 años fue confesor y se dedicó a la formación espiritual de las monjas del convento de Santa Clara, en Tortosa. Tenía un temperamento tranquilo, tolerante; era alto y corpulento y se dedicaba a organizar a los jóvenes. decía: «Me ocuparé siempre y todos los días de mi vida a esta obra, ser amigo y padre de la juventud».
Su pedagogía era muy clara y hasta muy simple, se basaba en serios principios de selección en crear un clima familiar, crear la fraternidad universal y buscar una intensa vida espiritual y una renovación constante. La espiritualidad de Manuel Domingo y Sol, a quien llamaban » Mosén sol», se basa en el amor a Jesús en la eucaristía, en el espíritu de reparación al sagrado corazón de Jesús como el manantial de su entrega para trabajar en la delicada y difícil misión de formar a los futuros sacerdotes.
Fundó el pontificio colegio español de San José en Roma, en 1892, para la renovación espiritual y científica del clero y de los seminarios de toda España. Muchos obispos les fueron encomendando la dirección de su seminario diocesanos. La vida entera de don Manuel desde los 40 años se centró casi exclusivamente en la obra de las vocaciones a las que consagró siempre todas sus energías y entusiasmos.
Fundó la hermandad de sacerdotes operarios diocesanos para perpetuar sus obras encomendándole su carisma sacerdotal y su propio espíritu. Estableció sus pederías en cada uno de los colegios y les rogaba a los operarios que estuvieran siempre listos para ayudar a sus parroquias y ministerios. La nueva hermandad solo esperaba a ser una mancomunidad de sacerdotes que estuvieran unidos por el vínculo de una dirección común para promover la gloria de Dios.
Ayudaban materialmente o con consejos a todos los que se le acercaban. No fue un hombre de triunfos resonantes pero fue un hombre que buscó respuestas concretas a las urgencias de su tiempo. En la serenidad de su alma dura cuajaron sus grandes proyectos que fueron las obras de las ocasiones, la hermandad de los sacerdotes operarios, la fundación del pontificio colegio español de San José en Roma.
Al fallecer dejó al cuidado de la hermandad 10 colegios de vocaciones, 18 seminarios donde se han ido dando un giro definitivo a los sistemas de formación sacerdotal y de pastoral vocacional. El mensaje de Mosén Sol es de gran actualidad por la escases de sacerdotes que se viven actualmente en muchas diócesis y naciones enteras en el campo de las vocaciones.
A Mosén Sol lo llaman «El apóstol de las ocasiones» ¿Por qué? Porque acercaba a jóvenes a Dios sabiendo que con Dios siempre ganamos.
Le interesa: Santo Tomás de Aquino, Teologo, metafísico y filósofo, por María García de Fleury
Únete a nuestro canal de Telegram, información sin censura: https://t.me/canal800noticias