Detectar intolerancia a la lactosa con un análisis de orina
Por Salud y Medicina
El 75% de la población mundial padece hipolactasia, problema más conocido como intolerancia a la lactosa. Para detectar esta afección, son varios los métodos existentes, pero el más reciente es el test de gaxilosa. Se trata de una prueba no invasiva y que simplemente requiere que el paciente tome un tipo de azúcar sintético (que es un análogo sintético de la lactosa) para posteriormente analizar la orina y detectar, de este modo, si padece o no esta afección.
El azúcar sintético en cuestión es 4-galactosil-xilosa, cuya Denominación Común Internacional (INN por sus siglas en inglés) es Gaxilosa. Este disacárido sintético, sustrato de la lactasa intestinal, es hidrolizado por esta, resultando en dos productos fisiológicos: galactosa y xilosa. La galactosa se transforma en glucosa en el hígado. La xilosa, sin embargo, que es absorbida de forma pasiva, un 50% es metabolizada de forma endógena mientras que el resto va apareciendo en la sangre y finalmente es excretada por la orina. De este modo, la cantidad de xilosa en orina y en sangre se correlaciona con la actividad enzimática de la lactasa intestinal y, por tanto, niveles bajos de xilosa en orina se asocian a una baja actividad de la lactosa, factor principal que da lugar a la intolerancia.
Alta sensibilidad
La sensibilidad y especificidad de esta prueba es mayor al 90% y, a pesar de que no ofrece información acerca de la tolerancia (pues no existe una correlación entre el grado de con el grado de intolerancia clínica) sus ventajas respecto a otros métodos diagnósticos es su sencillez de aplicación y la ausencia de molestias en el paciente. Además, se trata de una herramienta diagnóstica que no solo parece ser especialmente útil en la detección de la hipolactasia, sino que también resulta una herramienta eficaz para evaluar la integridad funcional de la mucosa intestinal, la enfermedad celiaca omalabsorción infecciones intestinales, por ejemplo.
Intolerancia a la lactosa
En España, entre el 20 y el 40% de la población sufre intolerancia a la lactosa, según fuentes de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD). Esta afección tiene diferentes orígenes, pero la causa más frecuente es de tipo genético y progresivo y suele aparecer a partir de los dos años de edad, pues la actividad de la lactosa desciende bruscamente. No todas las personas padecen el mismo grado de intolerancia, ni todos los alimentos contienen la misma cantidad de lactosa. Los quesos curados y, sobre todo, los productos lácteos fermentados como el yogur son más aconsejables para las personas intolerantes, pues durante su proceso de elaboración las bacterias encargadas de fermentar la leche (Streptococcus thermophilus y Lactobacillus bulgaricus) generan la enzima lactasa, ayudando a la asimilación de la lactosa y a la digestión, tal como indica Lluís Asmarats, jefe del servicio de medicina interna de la Clínica Sagrada Familia.