Las cifras son escandalosas. Sólo en el mundo se utilizan mil millones de pajitas al día de las cuales 500 millones se consumen diariamente sólo en Estados Unidos, tantas que unidas podrían dar la vuelta al mundo dos veces y media. Pero no hace falta irnos tan lejos: “En Europa se consumen cerca de 36.000 millones de pajitas al año y en España, sólo en el sector de comida rápida, representan 5.000 millones, lo que equivale a 100 pajitas por ciudadano al año”, indica Julio Barea. En España todavía no somos del todo conscientes de lo que arrojamos a nuestros mares, pero precisamente Greenpeaceya ha advertido en varias campañas de la cantidad de residuos de plástico encontrados en las playas mediterráneas de Baleares, siendo botellas, vasos y pajitas los objetos que más se abandonan en estos ecosistemas.
Efectos destructores de un objeto aparentemente insignificante
El consumo indiscriminado de estas pajitas implica que, aunque las echemos al contenedor de plásticos, éstas se desechan en las plantas de reciclaje y muchas de ellas terminan en nuestros mares y océanos con el consiguiente riesgo para la fauna marina, lo que incluye peces y aves. “La tortuga boba, el cachalote y, en general, todos los peces que habitan nuestras aguas y las aves que dependen de ellos son víctimas de estos y otros elementos plásticos que al final se transmiten a la cadena alimentaria”, advierte José Luis García Varas, responsable del Programa Marino de WWF España.
Su acumulación en las riberas de los ríos, playas y zonas costeras hace que muchos animales las confundan con comida y al ser ingeridas perforan el estómago de numerosos animales marinos, taponan sus vías respiratorias. Para muestra el vídeo que en 2015 se convirtió en viral, con más de 12 millones de visualizaciones, en el que una tortuga marina sufre al sacarle una pajita de uno de sus orificios nasales. Estas imágenes hicieron reaccionar a numerosas asociaciones y organizaciones mundiales que declararon la guerra de inmediato a este residuo.
Desde Plastic Pollution Coallition, una plataforma que aglutina a unas 500 organizaciones ecologistas y humanitarias de todo el mundo, ya han puesto en marcha campañas como #StopSucking (#DejadeSorber) o la iniciativa Be Straw Free, en EEUU, ha declarado el 11 de julio como Día Internacional Sin Pajitas. En nuestro país, Baleares encabeza esta guerra contra el plástico y acaba de anunciar un endurecimiento con el anteproyecto de Ley de Residuos y Suelos Contaminados en el que establece, entre otras medidas, la erradicación del uso de cápsulas de café de un solo uso no reciclables y la imposición del uso de materiales reutilizables en la fabricación de platos, vasos, bastoncillos, mecheros, toallitas o maquinillas. “Nuestras islas deberían ser abanderadas en esta lucha contra el plástico para la preservación de sus ecosistemas y debido a su problema de espacio en la gestión de residuos”, añade García Varas.