+VIDEO Y FOTOS | Pedro Gamarro: El oro olímpico que se convirtió en plata
Por Héctor Becerra
Hace 45 años, con los Juegos Olímpicos de Montreal 1976 en plena efervescencia como hoy están los de Tokio 2020, un boxeador venezolano fue víctima de un inaudito fallo. Las frustraciones y las lágrimas llegaron primero. Y luego lo previsible, un escándalo de inéditas proporciones.
Pedro Gamarro, humilde púgil de Machiques, estado Zulia, llegó con sus vigorosos 21 años a la cita canadiense como uno de los posibles ocupantes del podio en la categoría del peso welter (64-69 kilogramos). El desarrollo del torneo boxístico ratificó los pronósticos.
En su primer combate, el 23 de julio, enfrentó al representante de Yugoslavia (nación hoy disuelta en seis repúblicas) Marjan Benes, fuerte peleador que ostentaba el título de campeón de Europa y otro serio aspirante a disputar la final. El zuliano lo venció por decisión unánime de 5-0.
Su segundo rival, en la pega pautada para el día 25, fue nada menos que el cubano Emilio Correa, campeón mundial y olímpico al que despachó por nocaut en el tercer round en una pelea memorable. Gamarro lució toda la calidad de su técnica, preparación física y temida pegada.
Cuatro días después, en cuartos de final, se topó con otro peligroso contendor, el estadounidense Clinton Jackson, campeón panamericano, a quien derrotó por decisión 3-2. Y más adelante en semifinales noqueó al alemán occidental (Alemania Federal) Reinhard Skricek, a quien derribó en los tres rounds con potentes derechazos.
De manera que el venezolano llegó a la refriega por la medalla de oro, el día 31 de julio de 1976, como candidato número uno a llevarse la presea ante el alemán oriental (República Democrática Alemana, de la órbita soviética) Jochen Bachfield.
Aplausos y rechiflas
La confrontación se inició con un primer asalto en el que los puños de Gamarro llegaron en contadas ocasiones al rostro y a la humanidad de su adversario, en parte porque éste eludió en todo momento el cuerpo a cuerpo. En el segundo y el tercer rounds sí pudo golpearlo repetidamente, con más contundencia en el último tramo cuando le hizo sangrar por la nariz en medio de la algarabía del público.
“Al terminar la pelea me fui a la esquina y me dijeron ‘tranquilo que ya ganaste’. Luego el árbitro empezó a pasar las papeletas de un lado a otro. Alcancé a ver las tarjetas y me pareció que yo tenía el triunfo 3-2, pero después, casi llorando, no podía creer lo que pasaba”, recordó Gamarro en una entrevista concedida años antes de morir el 7 de mayo de 2019.
La incredulidad no solo embargó al púgil de Machiques al concluir el careo decisivo, sino también a los presentes en el Forum de Montreal, fueran aficionados, personal oficial de los Juegos o periodistas, y a quienes lo vieron por televisión, especialmente venezolanos, en señal directa desde Canadá.
Apenas se dio a conocer la decisión divida 3-2 favorable al germano, gran parte de las 18.000 personas en el coso deportivo estallaron en una ruidosa protesta y empezaron a lanzar objetos al ring, incluso botellas. La policía intentó restablecer el orden, pero la gente no dejaba de manifestar su rechazo al veredicto.
Con sabor 🏅dorado ! .
.
Un día como hoy pero hace 44 años Pedro Gamarro “el tren de Machiques” hizo historia tras conseguir medalla olímpica 🥈en la división welter en Montreal 1976.
.
En la final contra el de República Democrática Alemana Jochen BachfeldEN VIDEO 🎥 pic.twitter.com/MKeApJMz7U
— FEVEBOX (@fevebox) July 31, 2020
Durante la premiación, cuando finalmente pudo realizarse, Gamarro recibió una cerrada ovación del público. Bachfeld, quien tuvo abucheos, bajó su mirada hacia la lona en evidente muestra de vergüenza mientras se oían los aplausos al criollo. El alemán Skricek y el rumano Victor Zilberman, los dos medallistas de bronce, completaban la escena con prudencia. Un video de ese momento quedó como testimonio de la accidentaba velada.
Al día siguiente los principales diarios deportivos venezolanos desplegaron titulares como “Robaron a Gamarro”, “A mano armada” e “Indignación nacional”, haciéndose eco de lo ocurrido.
El boxeador criollo fue muy bien recibido en su regreso al país el 2 de agosto de 1976 con su medalla de plata, que para la mayoría valía oro y que en ese entonces hubiera sido la segunda aurea para Venezuela en la historia de los Juegos Olímpicos, mucho antes de la conquistada por el esgrimista Rubén Limardo en 2012.
Gamarro, un pugilista humilde y sencillo que nunca quiso hacerse profesional, jamás culpó a su adversario europeo de lo ocurrido en ese acontecimiento enmarcado en el apogeo de la guerra fría. Por el contrario, fiel a su manera de ser, siempre lo disculpó. “Cuando íbamos en los pasillos hacia los camerinos me lo encontré de frente y volteó la cara con disimulo para no verme… sabía que no había ganado, pero la culpa no fue de él sino de los jueces”.