Uso interactivo de pantallas reduce el tiempo de sueño en niños
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El tiempo que dedican los niños y adolescentes al uso de pantallas tiene consecuencias sobre su salud y su bienestar emocional. Se sabe, por ejemplo, que el uso de dispositivos electrónicos afecta al sueño, pero ahora, además, un nuevo estudio muestra que utilizar pantallas de forma interactiva, como enviar mensajes de texto o jugar a videojuegos, retrasa y reduce el tiempo que se pasa dormido en mayor medida que permanecer pasivo frente a una pantalla, como ver la televisión, especialmente en el caso de los adolescentes.
La investigación ha sido realizada por científicos de Pennsyvania State University (EE.UU.) que han encontrado que los adolescentes de 15 años que utilizaban pantallas para comunicarse con amigos o jugar a videojuegos una hora antes de acostarse tardaron 30 minutos más en conciliar el sueño que si habían evitado el uso de una pantalla interactiva.
Además, según han explicado los investigadores, no fue sólo el tiempo frente a una pantalla interactiva antes de acostarse lo que influyó sobre el sueño de los menores, sino que por cada hora del día que los niños pasaban jugando videojuegos más allá de lo habitual, su sueño se retrasaba unos 10 minutos. Los resultados del trabajo se han publicado en Journal of Adolescent Health.
“Si los adolescentes normalmente juegan videojuegos durante una hora cada día, pero un día sale un nuevo juego y juegan durante cuatro horas, eso son tres horas adicionales a lo que normalmente juegan”, señala David Reichenberger, académico postdoctoral en Penn State y director del estudio. “Eso significa que podrían tener 15 minutos de retraso en el horario de sueño esa noche. Para un niño, perder 15 minutos de sueño por la noche es importante. Es especialmente difícil cuando tienen que levantarse por la mañana para ir a la escuela. Si retrasan su sueño, no podrán recuperarlo por la mañana. Sin un sueño adecuado, los niños corren un mayor riesgo de obesidad, así como de problemas cognitivos, de regulación de las emociones y de salud mental”.
Evitar la interacción a través de pantallas antes de acostarse
Los investigadores estudiaron las actividades diurnas con pantallas de 475 adolescentes que contestaron a encuestas diarias durante tres o más días. Preguntaron a los adolescentes cuántas horas habían pasado ese día comunicándose con amigos por correo electrónico, mensajería instantánea, mensajes de texto por teléfono, o a través de redes sociales. También les preguntaron cuántas horas pasaban jugando videojuegos, navegando por Internet y viendo televisión o vídeos. Finalmente, los investigadores preguntaron si los adolescentes habían participado en alguna de estas actividades en la hora anterior a irse a la cama.
Después utilizaron acelerómetros para medir la duración del sueño de los adolescentes durante una semana. Reichenberger explicó que los dispositivos, que normalmente se llevan en la muñeca, miden los movimientos de una persona. “Cuando el participante está menos activo, podemos inferir que probablemente esté dormido”, explicó. “Es más preciso que preguntarles cuántas horas durmieron”.
Los investigadores encontraron que los adolescentes pasaban un promedio de dos horas al día comunicándose con amigos a través de correo electrónico, mensajería instantánea, mensajes de texto por teléfono o redes sociales. Pasaron un poco menos de tiempo (alrededor de 1,3 horas al día) jugando a videojuegos, menos de una hora al día navegando por Internet, y alrededor de 1,7 horas al día viendo televisión o vídeos. En la hora antes de acostarse los niños se comunicaban o jugaban a videojuegos a través de un teléfono, ordenador o tablet el 77% del tiempo, y veían la televisión o películas el 69% del tiempo.
En general, los adolescentes durmieron una media de 7,8 horas por noche. Por cada hora del día que utilizaron pantallas para comunicarse con amigos, se quedaron dormidos unos 11 minutos más tarde en promedio. Por cada hora que utilizaron pantallas para jugar a videojuegos, se quedaron dormidos unos 9 minutos más tarde. Aquellos que hablaron, enviaron mensajes de texto o jugaron a juegos en un dispositivo una hora antes de acostarse fueron los que perdieron la mayor cantidad de sueño, ya que su sueño comenzó aproximadamente 30 minutos más tarde.
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