Una tenista pide ocho millones de dólares por daños que le causan los controles antidopaje - 800Noticias
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Madison Brengle era, hasta este lunes, una de esas tenistas oscilantes que terminan perdiéndose en la montonera del ranking, sin logros ni episodios destacables. Una jugadora anónima que pasaba desapercibida para el gran público hasta que no ha podido más y ha estallado porque, denuncia, los pinchazos de los controles antidopaje pueden terminar arruinando su carrera. Por eso, la estadounidense (28 años) ha emprendido una acción judicial contra el organismo que rige el tenis femenino, la WTA, y la Federación Internacional (ITF). Ambas, acusa Brengle, son cómplices de severos procedimientos que ponen en riesgo la salud de los profesionales y en su caso eleva el daño a 10 millones de dólares (8 de euros), cantidad que ahora reclama en los juzgados.

En noviembre de 2016, Brengle fue diagnosticada de una extraña afección médica (Síndrome de dolor regional complejo de Tipo I) que, en su caso, viene derivada de las agujas que se emplean en las extracciones de sangre. Los pinchazos, esgrime la deportista, le producen “dolor extremo, hinchazón, entumecimiento y hematomas” en la zona de la inyección. Por este motivo envió entonces a las autoridades tenísticas un dossier de información y algunas pruebas gráficas que constataban su problema, y reclamó alternativas con el fin de que los controles no afectasen a su rendimiento. Sin embargo, a pesar de la advertencia no obtuvo respuesta y en los dos últimos años ha sufrido lesiones en brazos y piernas.

“Llevo a cabo esta acción para obligar a aquellos que controlan el deporte que yo amo a entender que los tenistas no somos productos y deberíamos ser tratados con respeto y dignidad”, sostiene Brengle en un comunicado. “Los abusos que yo he sufrido no pueden ser tolerados. Los jugadores debemos tener voz en aquellas cuestiones que están relacionadas con nuestra salud y seguridad”, reclama la estadounidense, que actualmente es la número 83 del mundo y en su día (mayo de 2015) fue la 35, aunque en su expediente no consta título alguno –solo unos pocos de categoría ITF, menores, y una final perdida en Hobart– y en los Grand Slams su recorrido más largo son unos octavos en Australia.

Su abogado, Peter Ginsberg, alega que a pesar de todo la tenista nunca ha eludido un control antidopaje ni dio nunca positivo en ninguna prueba a lo largo de sus 10 años de carrera. El letrado denuncia en un escrito el “comportamiento abusivo” que ha originado “daños físicos y emocionales” en su clienta, así como una actuación negligente por parte de la WTA y la ITF al desconsiderar la situación particular de la jugadora.

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