Un amigo trae a otro amigo, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

Por María García de Fleury

No sabemos casi nada sobre la vida de la mayoría de los apóstoles Lo interesante es que estos doce casi desconocidos, también fueron las piedras fundamentales, los doce pilares del nuevo Israel cuyas tribus ahora abarcan toda la tierra. Su oficio era llevar las enseñanzas de Jesús y las tradiciones desde su experiencia de primera mano, hablar en nombre de Jesús, traducir el Verbo hecho carne en palabras humanas para la iluminación del mundo.

A pesar de esto, sus personalidades eran secundarias, bueno sin degradarlos, su santidad no debía ser una contemplación introvertida frente a Dios, su santidad más bien consistía en compartir con los demás, en llevar la buena nueva para que todos se dieran cuenta que estaban llamados a la santidad, a ser miembros del Cristo por el don misericordioso de Dios.

Bartolomé es uno de estos doce apóstoles y está mencionado en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, así como la lista de los Hechos de los Apóstoles.

El día en que Natanael, también llamado Bartolomé, se encontró por primera vez a Jesús fue una fecha inolvidable. El evangelio de San Juan dice que Felipe se encontró a Natanael y le dijo: «Hemos encontrado a aquel a quien anunciaron Moisés y los profetas, Jesús de Nazaret». Natanael le respondió: «¿Es que de Nazaret puede salir algo bueno?. Felipe le dijo: «ven y verás».

Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él «Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Natanael le preguntó: «¿Desde cuándo me conoces? y él le respondió «Antes de que Felipe te llamara, cuando tu estabas allá debajo del árbol yo te vi».

Natanael le dijo: «Maestro, tu eres el hijo de Dios, tu eres el rey de Israel». Jesús le contesto: «¿Por haber dicho que te vi debajo del árbol es que crees?, te aseguro  que verás a los ángeles del cielo bajar y subir alrededor del Hijo del Hombre».

Esa respuesta impresionó profundamente a Bartolomé y lo convenció, y por eso exclamó: «Maestro tu eres el hijo de Dios, tu eres el rey de Israel».

Amigos, que maravilloso saber que Felipe lo primero que hizo al experimentar el enorme gozo de ser discípulo de Jesús fue invitar a otro gran amigo a que se hiciera también seguidor de tan excelente maestro. Era una antorcha que encendía a otra antorcha.

Desde entonces, Bartolomé fue un discípulo incondicional de Jesús y con los otros once apóstoles presenció los admirables milagros de Jesús, oyó sus sublimes enseñanzas, recibió al Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego. Después de la muerte, resurrección y ascensión al cielo de Jesús y de recibir al Espíritu Santo, Bartolomé salió predicar el evangelio en la India, dónde convirtió a mucha gente.

Amigos, para Bartolomé la santidad no se basa en hacer milagros ni en deslumbrar a otro con hazañas extraordinarias, la santidad se basa en dedicar la vida a amar a Dios, a hacer conocer y amar más a Jesucristo, a propagar sus enseñanzas, en tener una constante caridad con los demás y en tratar de hacer a todos el mayor bien posible, porque sabemos que con Dios ¡siempre ganamos!

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