Tuberculosis en el cerebro: «El dolor es tan fuerte que me dan ganas de cortarme la cabeza»
BBC Mundo
Johnny Islam, 29, es de Leyton, un barrio de Londres. Aunque sufrir de tuberculosis en el cerebro es inusual, la enfermedad en sí es más común de lo que se piensa.
En el siglo XIX, cuando se le conocía como «la plaga blanca«, la tuberculosis solía ser fatal y temida.
Entre su larga lista de víctimas están desde el faraón egipcio Tutankamón hasta Simón Bolívar, pasando por Federico Chopin, Edgar Allan Poe, Emily Bronte y hasta Vivien Leigh, la actriz británica que encarnó a Scarlett O’Hara en «Lo que el viento se llevó», quien murió en 1967.
A menudo se asume que hace tiempo fue erradicada.
Pero no es así.
De hecho, en Londres, por ejemplo, hay tantos casos que se le conoce como la «capital de la tuberculosis de Europa occidental«.
La enfermedad le cambió la vida a Johnny. Podría causarle daño permanente y hasta matarlo.
«Se puede propagar a todas las células cerebrales, puede perjudicar tu memoria. A mí se me olvidan cosas todo el tiempo».
«La tuberculosis podría matarme… cualquier cosa puede pasar», le dice Johnny a la BBC, aunque agrega que «todos nos vamos a morir un día».
Tecnología al auxilio
La información más reciente sobre la incidencia de la infección muestra que hay partes de la capital británica en las que la tasa es más alta que en países como Irak, Libia y Yemen.
Se trata de una infección bacteriana que ataca principalmente los pulmones, pero puede afectar cualquier parte del cuerpo.
En la mayoría de los casos es curable.
El contagio de tuberculosis en los pulmones ocurre al inhalar diminutas gotas con la bacteria que se pueden encontrar en la tos o estornudos de alguien que esté infectado.
El caso de Johnny es raro y complejo, por lo que ha estado tomando una combinación de 12 tabletas antibióticas durante más de un año.
Participa además en un experimento de observación por video, que involucra filmarse con su teléfono inteligente cuando se está tomando las medicinas y mandarle la filmación a sus asistentes sanitarios, para confirmar que está siguiendo sus instrucciones.
El primer ensayo con este método lo llevó a cabo la University College London en colaboración con sus hospitales.
Como Johnny, los pacientes se filmaban al tomar la medicación.
Luego emplearon una aplicación especial para subir el video usando un servidor seguro, para que los observadores entrenados lo vieran donde sea que se encontraran.
El ensayo ha sido descrito como un potencial punto de inflexión en la lucha contra la tuberculosis.
Los resultados preliminares muestran que más del 80% de los pacientes completaron el tratamiento usando la tecnología, lo que abrió el camino para extenderlo a casos más complicados, como el de Johnny.
Millones de dólares se invierten para tratar de erradicar la tuberculosis.
Sólo en Reino Unido hubo 5.758 casos nuevos de tuberculosis activa en 2015, casi el 40% de ellos en Londres.
Y el riesgo es mayor para la gente sin techo, los drogadictos o los reos en prisiones.