Tour de Francia | Cavendish desafía al tiempo
800 Noticias | EFE
Mark Cavendish comenzó un desafío contra el tiempo. A sus 36 años, tras haber superado un bache de moral y de resultados que a punto estuvo con sacarle del pelotón, el ciclista de la Isla de Man se impuso en el escenario de su primera victoria conseguida hace 13 años.
De sus 32 triunfos, tres tuvieron lugar en el asfalto de Châteauroux, ciudad que el británico designó como capital del «sprint» junto a París y Burdeos.
El británico ha demostrado una impresionante capacidad para desafiar al tiempo y destacar, por ahora, como el más fuerte de un Tour que le enfrenta a sus propios fantasmas, pero también a la joven generación de «sprinters» que vienen pisando fuerte.
El británico es el cuarto ciclista de la historia que logra al menos dos triunfos en el Tour tras haber cumplido los 36 años, tras el francés Victor Fontan en 1928, el italiano Alessandro Petacchi en 2010 y el español Joaquín «Purito» Rodríguez en 2015.
Cavendish mantiene su instinto y su experiencia y, a ello, agrega una renovada potencia que le sirve para vencer.
Tras su triunfo recordaba que cuando en 2008 ganó en Châteauroux los llegadores llevaban un plato de 52 dientes. Ahora, han añadido dos o tres más, lo que se traduce en una mayor velocidad.
«Lo increíble es que ahora gana con más potencia y menos flexibilidad. Ha sabido adaptarse a los tiempos», recuerda el exciclista Laurent Jalabert.
«La velocidad de ahora es una locura, hay que aplicar una enorme potencia. Y eso contra rivales mucho más jóvenes», señala el propio Cavendish, que prácticamente repitió la celebración de hace 13 años en las calles de la ciudad que vio nacer a Gerard Depardieu.
Como el actor, un camaleón capaz de meterse en la piel de cualquier personaje, el «sprinter» de Man ha sabido reinterpretar su propia historia.
De desahuciado a ganador
Desahuciado hace unos meses del ciclismo, encontró acomodo en el Deceunnick, probablemente el equipo que mejor sabe preparar los «sprint» en el pelotón.
Pero también la formación de Sam Bennett, el irlandés que el año pasado ganó en el Tour el maillot verde de la regularidad y dos etapas. La puerta de la ronda gala le estaba vetada al británico.
A última hora, la mala forma de Bennett le permitió regresar a su carrera más querida, en la que no competía desde 2018.
«Volver me hizo una enorme ilusión, pero cuando vi que estaba Châteauroux en el recorrido fue todavía más especial. Tengo algo con esta ciudad», aseguró el ciclista.
A diferencia de su triunfo en Pontivy, que nadie esperaba y que le sumió en un profundo estado de emoción y lágrimas, en Châteauroux se mostró mas frío, recordó más al altivo corredor que hace unos años se fue ganando la animadversión de aficionados y del pelotón.
«La del otro día fue una victoria más inesperada. No es que hoy tuviera más confianza, pero creo que hoy pensaba que podía ganar. Por eso quizá he exteriorizado menos la alegría. Pero en el fondo, la emoción es igual que tras cada victoria, igual que la de hace 13 años», dijo.
La caída sufrida en la segunda etapa por el australiano Caleb Ewan, el designado para ser el más rápido de este Tour, le ha convertido en el mejor llegador de lo que va de edición.
«Me hubiera gustado afrontar cara a cara a Ewan, hubiera sido un honor, hubiera sido también bueno para el Tour. Estoy triste por él y sé lo que supone mirar el Tour desde casa», dijo.
Ahora, Cavendish pretende seguir desafiando el tiempo. «Mi único objetivo es ganar etapas», afirma el británico, que señala que no piensa en récords, aunque en todas las mentes figura uno, el de plusmarquista de victorias en el Tour.
Está solo a 2 del belga Eddy Merckx, al alcance de un mito de enormes dimensiones que le haría entrar todavía más en la leyenda de la carrera.
«No miro esas cosas. Si gano 50 etapas, mejor, pero si ya no gano ninguna más también estaré muy satisfecho», asegura el corredor