Senadora Colombiana: “Si Guaidó solicita la intervención, Colombia debe acompañarlo” - 800Noticias
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Agencias

Me dijeron que era la Trump de Colombia pero ahora es, más bien, la Bolsonaro. Muy cercana a las ideas y, propiamente, al actual Gobierno de Brasil, la senadora María Fernanda Cabal es una mujer poderosa e influyente. Miembro del partido de Álvaro Uribe, el Centro Democrático, representa un ala que se aparta, precisamente, del centro.

No intenta evocar a nadie más. Aunque la comparan con alguno de los dos presidentes más polémicos de la región, la verdad es que María Fernanda Cabal es María Fernanda Cabal.

Es politóloga y fue directora del Programa Democracia de la Universidad de los Andes. Fue presidenta de la Fundacion Colombiana Ganadera y Asuntos Internacionales de la Fiscalía General de la Nación. Muy cercana, en general, a Estados Unidos, es en parte responsable de que los lazos entre Washington y Bogotá sean tan sólidos.

Para tratar el tema de Venezuela, hoy tan importante para Colombia como para los venezolanos, la senadora Cabal se sentó con el PanAm Post. Habla con una suavidad seductora; pero, al mismo tiempo, contrasta su firmeza. Es transparente y dice lo que otros no dirían por fragilidad o hipocresía. Polémica, ha llamado holgazanes a los estudiantes que se paran por exigir. Crítica obstinada de los comunistas y de la izquierda, abraza sin temor al libre mercado y los que para ella son los valores morales. “La posibilidad de una intervención militar cada vez va a ser mayor en cuanto mayor sea la masacre y el genocidio”, dijo María Fernanda Cabal en cuanto a Venezuela.

Senadora, el Gobierno de Iván Duque ha mantenido una postura firme y laudable a favor de la causa de los venezolanos. Eso también lo ha favorecido internamente. En general, ¿cree que ha hecho bien?

Yo creo que sí. Él como mandatario de un país que también tiene que obedecer a un concierto de países de América Latina, con sus defectos, que los traen —porque obviamente Hugo Chávez distorsionó las relaciones a punta de comprar favores con petróleo, entonces todas las votaciones de la OEA terminaban estando marcadas por esos pequeñitos países que estaban beneficiados por Chávez; esto generó un desequilibrio que por muchos años ignoró el precipicio hacia el que iba Venezuela—.

Duque tiene que tener los límites que tiene un mandatario. Yo creo que todos nosotros, los que apoyamos que se caiga la dictadura ya y que acabe este genocidio, quisiéramos que fuera más radical. Pero entendemos su posición de mandatario. Colombia tiene una frontera terriblemente frágil. Si viene un desplazamiento masivo, ¿cómo lo vamos a soportar? ¿Cómo hacemos para enfrentar eso si lo que se estima que hay ya, un millón de venezolanos, estamos desbordados?

Nosotros no alcanzamos a suplir las necesidades de nuestros propios colombianos y ahora tenemos una carga adicional. La comunidad internacional tiene que dejar de ser indiferente y tiene que empezar a ayudar.

Yo creo que como se está moviendo, que es el agotamiento total de la vía diplomática, está bien. Lo que pasa es que esto va a llegar a un punto de disrupción. Pero queremos que todos los caminos terminen agotados. Ese punto de disrupción tiene que venir acompañado. Que ese Grupo de Lima también se mueva. Porque no podemos esperar que es que Estados Unidos va a actuar solo… ¡No van a actuar si no hay un concierto de países que esté apoyando!

Y yo pongo el ejemplo, con las diferencias obvias, con Milosevic. ¿Cómo lo sacaron de Serbia? ¿Cómo lo lograron cuando estaba logrando un genocidio inter-étnico? Lo bloquearon bombardeando todas sus bases militares. Lo bloquearon y lo terminaron de entregar a la Corte Penal Internacional.

Aquí es distinto. Es complejo, ¿si? Pero yo pienso que lo ha hecho bien.

Partiendo de la comparación con Milosevic: él terminó saliendo por la fuerza.

Sí, por la fuerza. Aquí tendrá que salir por la fuerza si en el proceso de negociación diplomática, más conversaciones que uno no conoce pero sí existen, no hay resultados. Y tiene que haber esas discusiones porque la presión tiene que ser muy grande. Conversaciones sobre a dónde se va a ir el régimen, a dónde se va a refugiar… Así como se fue a refugiar Idi Amin a Arabia Saudita.

Tiene que haber conversaciones de presión interna. Yo no creo que esta zozobra le sirva al mundo, pero hay que entender que hay intereses de Rusia, de China, Cuba y Hezbollah. Porque Venezuela no solo terminó aplastada por el castrismo depredador-cubano-diabólico, sino por intereses muy concretos, económicos, de otros países. E intereses de expansión del Islam.

Y precisamente, por el hecho de que confluyen todos esos actores. Está Cuba, que es el menor porque no tiene ningún poder militar ni económico; pero están Rusia, China, Hezbollah, ELN, las FARC, los grupos paramilitares… ¿Todo ello no vuelve urgente la necesidad de ponerle fin a esto? ¿No representa una amenaza para la región la continuidad del régimen? 

Claro, pero lo que yo no podría decir con plena certeza es que actuando ya, militarmente, haya un consenso entre distintos países que siempre han jugado a hacerse los de la vista gorda.

¿Quién va a terminar asumiendo la responsabilidad? Entonces volvemos y miramos a los gringos. Yo no creo que ellos vayan a asumirla. Nunca, salvo que su agresión sea directa. Por ejemplo: una agresión a su cuerpo diplomático, que entiendo que lo está sacando. Por ejemplo: Guaidó pidió el bloqueo del petróleo hacia Cuba, ¿quién va a ayudar? Tienen que ayudar los países que tienen algún tipo de control de interdicción marítima. Eso va a generar tensiones.

Yo estoy segura de que el régimen tiene que caerse. No tiene otra opción. Los peligros que yo veo es que la crisis va a llegar hasta tal punto que la gente, por supervivencia, puede traer una expulsión masiva de venezolanos a Colombia. ¿Cómo vamos a hacer?

Se estima que pudieran llegar a cuatro millones pronto.

¡Claro! ¿Y quién soporta eso?

Entonces hay una urgencia…

Y puede ser también una estrategia. A la que juega el régimen: destruir a Colombia. Porque Colombia siempre ha sido el objetivo del Partido Comunista Internacional.

Claro, del castrismo. 

Así es.

Precisamente eso no da cuenta de que hay una urgencia. Y usted lo ha dicho: es necesario que haya consenso. Pero sabe que es muy complicado. Sabe que no es políticamente correcto qué países se unan y coincidan en la fuerza. Sobre todo porque existe un complejo antiamericano, natural, en los pueblos latinoamericanos…

Sí, pero es más una narrativa. Uno ve Panamá y en Panamá no se quedaron, sino floreció…

¡Granada!  

Y Granada… Finalmente ellos lo que piensan es en su seguridad nacional. Y lo que más les inquieta es Hezbollah. ¡Y Rusia, por supuesto!

Pero, yo no veo que se llegue al escenario en el que todos los países decidan que no queda sino la fuerza. Siempre va a salir uno que obstaculice eso. Y ahí está México. Es difícil que haya un consenso. ¿Y si nunca ocurre? ¿Entonces nunca se actuará? 

No, no se puede esperar un consenso 100% absoluto. El consenso siempre trae disenso. Pero tiene que haber una mayoría donde claramente se vea que lo políticamente correcto se está estrellando contra la masacre de todo un pueblo. Entonces, ¿de qué hablamos cuando decimos derechos humanos? ¿Por qué decimos tantas mentiras? Es un pueblo que no puede por sí solo defenderse o protegerse de una muerte inminente —o por la violencia armada o por el hambre—.

¿Se entiende en Colombia, usted, senadora, y en general, en el Gobierno, que Maduro solo saldrá por la fuerza? Y, cuando se habla de fuerza, hay dos opciones: fuerza interna o una fuerza externa. Todavía todo indica en que el mundo apuesta a que sea la fuerza interna la única que se active. Cuando dicen que solo los venezolanos deben resolver el problema, seguro hacen referencia a los venezolanos con armas. Y Estados Unidos y el Gobierno de Guaidó han hecho ofertas a los militares sobre amnistía. Pero el 23 de febrero se cruzó una línea roja que dejó claro dónde está cada quién. Ese día quedaron claros los bandos. ¿No es inútil todavía seguir esperando por los militares venezolanos?

Yo creo que a ese espacio había que darle la oportunidad y ese espacio se está agotando. Porque los cubanos infiltraron completamente la cúpula militar. Los tienen compartimentados, controlados. Los cubanos son expertos en mejorar todos los sistemas macabros de la KGB. Los mejoraron.

Entonces, el nivel de desconfianza que hay entre los mismos militares se da por razones obvias. ¿Cuántos hay en la cárcel? ¿Cuántos intentaron dar un golpe y están presos? Entonces, saben que, ¿en quién pueden confiar? ¿Quién está vendido al régimen? Peor aún: la clase política de ustedes, así se digan que son oposición, terminaron negociando prebendas. ¿Quiénes están limpios de esas prebendas? ¿Quiénes están contaminados? ¿Quiénes siendo oposición terminaron como enchufados del régimen con esa cantidad de dinero que se tiró a la basura?

Aquí hay que seguir con una estrategia de presión económica. Y yo insisto en que todos los americanos y los europeos tienen que seguir bloqueando las cuentas porque hay todavía 360 mil millones de dólares afuera. Eso tiene que generar una alarma. Así como cuando persiguen al narcotráfico. ¡Bloqueen las cuentas! Con ese bloqueo se genera más fácil que haya un cambio. Pero es agotando etapas donde llega un momento en el que, estoy de acuerdo con usted: o va a haber una masacre masiva —masacre por muerte violenta con arma— o genocidio por hambre o desplazamiento por hambre. Y en esas condiciones tiene que haber una intervención. Que además eso está estipulado. Eso está estipulado…

La responsabilidad de proteger.

¡La responsabilidad de proteger!

¿El Gobierno de Duque ya agotó todas las posibles acciones contra el régimen de Maduro?  

Yo no sé qué han conversado ellos, entre los Gobiernos de Colombia y Estados Unidos. No sé si hay alguna otra conversación con respecto a ese agotamiento de esas etapas. Yo no sé. Pero en lo que va hasta la fecha —y hay que recordar que nuestras fronteras tienen una simbiosis permanente; porque las fronteras siempre obedecen a una condición natural distinta al resto de la región; usted ve que en el Norte de Santander hay colombianos cuyo papá es venezolano y la mamá es colombiana, ¿cómo hace para dividir eso? Allá hay una supervivencia natural con base entre la legalidad y la ilegalidad; y siempre funcionó así—.

Eso funcionaba cuando había dinero porque absolutamente todo lo que producía Colombia lo consumían los venezolanos. Lo grave es que los venezolanos se quedaron sin dinero y se desplazaron a Colombia. Eso no estaba previsto. Si usted lo hubiera preguntado hace veinte, veinticinco o treinta años, nadie le hubiera dicho que sí. Tan improbable como era pensar antes de la caída del Muro de Berlín que las alemanias se fueran a unificar jamás. Era altamente improbable… Y ocurrió.

Yo pienso que, como se está desarrollando esto, habrá que intervenir militarmente a través de una fuerza multilateral. Hay que hacerlo. Salvo que Maduro y parte de su cúpula mafiosa decidan refugiarse y algún país de estos aliados les garantice su vida. Esas son las dos opciones que yo veo.

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