«Todavía estamos a tiempo de evitar una situación límite» - 800Noticias
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Perseverancia u obstinación. Da igual cuál sea, lo cierto es que alguna de estas características parece sobrarle a monseñor Diego Padrón, quien pese a ver cómo su llamado a las autoridades para que cesen la represión contra los estudiantes que participan en manifestaciones, para que desarmen a los grupos civiles identificados con el oficialismo y convoquen a sus adversarios a un diálogo de iguales con una agenda, parece haber sido desoído, insiste en su exhortación.
«El único camino para normalizar la situación es el diálogo con las condiciones que hemos señalado: una agenda, un programa y unas condiciones de igualdad», afirmó el presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) en conversación telefónica con El Universal.

-El miércoles la presidencia de la CEV emitió un duro comunicado en el que responsabilizaban al Gobierno de la actual crisis y le exigían dejar de reprimir y sentarse a conversar. Sin embargo, visto lo que ocurrió el jueves en la Universidad Central de la Venezuela (UCV) podemos llegar a la conclusión de que las autoridades siguen en sus treces y no piensan moverse un ápice. ¿Qué responde usted?

-El mensaje de nuestro comunicado se mantiene. Nosotros hemos señalado allí la necesidad de que el Gobierno controle a esos grupos civiles armados porque de otra manera habrá más violencia. Nosotros sabemos que la violencia genera más violencia. Ahora bien, nosotros entendemos que esos grupos pertenecen al sistema y que es difícil para el sistema hacer un cambio que sería radical, porque esos grupos son de defensa del sistema.

-Pero los últimos acontecimientos no dejan en claro que no hay posibilidad de diálogo. ¿Usted en realidad cree el Gobierno y también la oposición, la cual ha sido incapaz de desmarcarse de actos violentos como las guarimbas, quieren sentarse a hablar?

-Por supuesto, es que el diálogo es un hecho que viene de la razón, de la conciencia y de la confianza en que todo puede ser mejor. Nosotros tenemos la capacidad y voluntad de cambiar las cosas. El diálogo es algo fundamentalmente racional no emotivo.

-Insisto: La represión a las manifestaciones y el no desarmar a los grupos civiles, por un lado; y el mantenimiento de las barricadas, por el otro, ¿no son señal de que ninguno de los sectores quiere sentarse a dialogar?

-Eso es difícil determinarlo, pero yo soy optimista y me mantengo optimista creyendo que en el fondo hay voluntad de dialogar, de querer resolver la situación por otro camino. Los días, las semanas, nos irá diciendo si estoy equivocado.

-Ustedes atribuyeron la actual crisis al «Plan de la Patria». ¿Solo esa iniciativa es la culpable? ¿Esto no es producto de la manera sectaria y poco dialogante como el anterior Presidente gobernó y como su sucesor pretende seguirlo haciendo?

-Partiendo del hecho de que la crisis tiene una génesis multifactorial, en eso creo que coincidimos todos, mantengo que la aplicación del «Plan de la Patria» es el problema. El «Plan de la Patria» es lo que antes se llamó socialismo del siglo XXI, que fue rechazado en aquel referendo de la reforma constitucional del año 2007, y fue impuesto y sigue siendo impuesto. El problema es que es impuesto y ha traído esta serie de consecuencias fatales tanto en lo económico, político como en lo social.

Estoy convencido de que si el Gobierno se hubiera manejado de una manera más dialogante y abierta no estaríamos como estamos y nosotros en este comunicado hacemos un llamado a la rectificación, pero este llamado no se limita solo al Gobierno sino también a la juventud y a la oposición. Todo aquel que tenga que rectificar en su método debe hacerlo.

-Le repito, ¿hay voluntad?

-Sigo estando convencido. Si no fuera así no mantendría este optimismo, pero supongamos que no hay esa voluntad la situación, su agravamiento, va a obligar a buscar unos cambios. La gravedad de la situación se va a terminar imponiendo. Lo ideal sería que no lleguemos a una situación aún más crítica, límite para tomar los correctivos. Todavía estamos a tiempo.

-¿O sea, a su juicio, el Gobierno y la oposición están condenados a sentarse a dialogar, el asunto está en el costo que deberá pagar el país antes?

-Sí y no creo haya que esperar a que tengamos el doble de muertos ni siquiera uno más para rectificar. Ya es más que suficiente la señal de muerte y violencia que hemos tenido. Paremos el tren.

-¿No cree que la CEV, con el comunicado del miércoles, se excluyó como posible mediador de un hipotético dialogo entre el Gobierno y sus adversarios?

-No y te voy a decir por qué. Uno, en el comunicado no estamos inventando nada. Nosotros estamos recogiendo y poniendo de relieve lo que está sucediendo en Venezuela. ¿Quién puede decir que en Venezuela no hay inseguridad, desabastecimiento, especulación con los alimentos e imposición de un modelo reñido con la Constitución? Segundo, partiendo de esa verdad estamos haciendo un llamado a la reflexión y a la razón. ¿Quién nos puede negar este derecho a hacer un llamado a la racionalidad? Nadie. No hemos ofendido a nadie, pero si por decir la verdad somos excluidos pues no se puede hacer nada. Pero nosotros no nos hemos excluido. Ahora, es verdad que por decir la verdad corremos el riesgo de ser excluidos. Pero también es cierto que la verdad se debe decir sin importar el riesgo.

-¿Usted corre ese riesgo porque sabe que ningún obispo será aceptado como mediador por el Gobierno y que si la Iglesia participa será a través del Vaticano?

-Con mediación o sin ella el diálogo es urgente. La mediación no es lo importante sino que en el país haya racionalidad y diálogo.

-El presidente Nicolás Maduro ya ha dicho que el diálogo debe ser sin condiciones ni agendas previas. ¿Eso puede rendir algún fruto? ¿Eso es un diálogo?

-No, eso es una prepotencia. Cuando se trata de diálogo los partícipes deben ponerse en una condición de igualdad. Una oveja jamás irá a hablar con un león. Asimismo debe haber una agenda, porque sino no sabremos hacia dónde vamos, qué queremos, cómo esperamos lograrlo ni podremos evaluar los resultados. Con la propuesta del Presidente se corre el riesgo de que caigamos en errores del pasado, cuando se habló y mucho, pero cuando vas a buscar los resultados consigues pura hojarasca.

-Ustedes han exigido respeto al derecho constitucional a la protesta, pero han criticado las guarimbas. ¿Las guarimbas son una forma lícita de protesta o no?

-Todo aquello que dañe a las personas, que dañe las propiedades e instituciones y genere violencia tiene que ser separado del método para llevar adelante una protesta. La única protesta válida es la pacífica y constitucional, lo que se salga de allí no se puede aplaudir ni apoyar.

-También han criticado los abusos de las autoridades policiales y militares a la hora de reprimir estas acciones. ¿Era necesario actuar como se ha actuado?

-La represión ha sido excesiva y en general uno siente que la medida general es la represión. Yo creo que todas las formas represivas son otras expresiones de guarimbas. Cuando el Estado, a través de la Guardia Nacional (GN) o cualquier otro cuerpo de seguridad, impide una manifestación ciudadana se convierte en una barricada, en una guarimba.

-Ustedes, en su comunicado, se hacen eco de las sospechas de que los hechos violentos son producto de infiltrados. ¿Qué elementos tienen para afirmar esto?

-Es evidente. Yo, en lo particular, creo que la línea es desprestigiar a la protesta y provocar su condena no solo por parte del Gobierno sino de la sociedad. La idea es que la sociedad diga que la protesta no es válida porque es violenta, aún cuando los violentos son los infiltrados que forman parte de grupos armados. Esto tiene objetivo: Presentando la violencia como acción de unos civiles el Estado se ve libre de una acusación de violación a los Derechos Humanos, porque según los tratados internacionales el Estado es el responsable de la violación de los Derechos Humanos.

-El líder opositor, Henrique Capriles Radonski, cree que el Gobierno fomenta las barricadas y los disturbios porque quiere que esta situación de estado de excepción y violencia se prolongue y así distraer a los ciudadanos de los problemas que enfrentan como la escasez de alimentos, la inflación o la devaluación. ¿Qué cree usted?

-No participo de esa idea, yo creo que más bien el objetivo es desprestigiar a la protesta.

-El Gobierno afirma que estas protestas y disturbios no persiguen ninguna reivindicación y que simplemente forman parte de un plan para derrocarlo. ¿Usted cree que eso es posible?

-Hasta cuándo vamos a estar con eso de los golpes de Estado, de las conspiraciones y magnicidios. Ese cuento de los tres generales de hace una semana más bien se parece al cuento de los tres tristes tigres. ¿Dónde están las pruebas de ese supuesto golpe? En ninguna parte. Eso es un fantasma. No niego que pueda haber personas, incluso militares, descontentos, pero son personas aisladas. Si hubiera una amenaza real del golpe lo que reflejaría es que el Estado no está en control de la Fuerza Armada Nacional (FAN), lo cual es algo muy grave. Para mí es un error que el Gobierno ande hablando siempre de esto porque da la impresión de que no está en control de la situación de la FAN.

Fuente: EL UNIVERSAL

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