Papa Francisco desea una Iglesia abierta al diálogo y comprometida socialmente
CIUDAD DEL VATICANO, (AFP) – El papa Francisco reunió el martes por primera vez a los ocho cardenales que lo asesoran en la reforma de la Curia, después de afirmar en una entrevista que los cortesanos son la «lepra del papado» y propugnar por una Iglesia abierta y comprometida socialmente.
«Es el inicio de una Iglesia concebida como una organización no sólo vertical sino también horizontal», anunció el papa argentino en la larga entrevista concedida al diario romano «La Repubblica».
La entrevista al fundador del diario, Eugenio Scalfari, un ilustre no creyente, revela las líneas claves del pontificado de Francisco y el proyecto de reforma que tiene en mente.
«Los jefes de la Iglesia a menudo han sido narcisistas, amantes de la adulación. La corte es la lepra del papado», advirtió Francisco, el mismo día en que inauguró en la biblioteca privada del palacio apostólico la primera reunión a puertas cerradas con los purpurados que lo asesoran.
Los cardenales deberán estudiar al menos ochenta propuestas de reforma enviadas por las iglesias locales y observadores, respetando así el principio de una iglesia menos vertical, más democrática, abierta y también menos europeocentrista.
«He decidido, como primera medida, nombrar un grupo de ocho cardenales que sean mi consejo. No cortesanos, sino personas sabias y que comparten mis sentimientos», explicó.
El grupo, formado por purpurados de los cinco continentes, está coordinado por una de las mayores personalidades de la Iglesia latinoamericana, el hondureño Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa.
La Iglesia «es demasiado vaticano-centrista», reconoció el papa al criticar una institución que «observa y protege los intereses del Vaticano, que son en buena parte intereses temporales».
Una visión que lleva a la Iglesia a «descuidar el mundo que nos rodea», insistió.
Jóvenes y ancianos
Para el papa argentino, que vivió los años negros de la crisis económica en su país, «los dos mayores males que afligen al mundo en este momento» son «el desempleo juvenil y la soledad en la que se deja a las personas mayores».
El «liberalismo salvaje (…) vuelve a los fuertes más fuertes, a los débiles más débiles y a los excluidos más excluidos», reprochó.
«¿Se puede vivir aplastado en el presente? ¿Sin la memoria del pasado y sin el deseo de proyectarse hacia el futuro construyendo un proyecto, un futuro, una familia? Este es el problema más urgente que la Iglesia debe afrontar», agregó.
Francisco reconoce que ambas tareas son enormes y que la segunda corresponde a todos los ciudadanos y no solo a los creyentes.
«Yo no sé si soy el mejor para representarlos, pero la Providencia me ha puesto como guía de la Iglesia y de la diócesis de Pedro. Haré cuanto esté en mi mano para cumplir el mandato que me ha sido encomendado», afirmó.
Comunismo y Teología de la Liberación
Francisco explicó que nunca le atrajeron «los principios materialistas del comunismo», pero que estudió esa doctrina a través de una «amistad» con una profesora en Argentina que le proporcionaba documentos del Partido Comunista.
«Esa mujer fue detenida, torturada y asesinada por el régimen dictatorial» argentino (1976-1983), rememoró.
El estudio del comunismo, reconoció, le fue «útil». «Entendí algunas cosas, como el ámbito social, que luego descubrí en la doctrina social de la Iglesia», afirmó.
Preguntado sobre si creyó justo que el papa Juan Pablo II combatiera la Teología de la Liberación, con mucho impacto en América Latina, respondió que «seguramente aplicaban la política a su teología, pero muchos de ellos eran creyentes con una alta concepción de la humanidad».
Ansiedad ante la elección
El pontífice también explicó que tras ser elegido al frente de la Iglesia católica el pasado mes de marzo consideró durante breves instantes la posibilidad de rechazar el cargo.
«Antes de aceptar, pregunté si podía retirarme unos minutos a una habitación contigua a la del balcón sobre la plaza… Sentí mucha ansiedad», confesó.
«Cerré los ojos y todos los pensamientos desaparecieron. Incluso el de rechazar la designación. En algún momento, una gran luz me llenó. Duró un momento, pero a mí me pareció mucho tiempo», añadió.
Francisco, haciendo gala de una gran apertura, multiplicó sus declaraciones públicas, pero en el seno de la Iglesia hay quienes consideran que habla demasiado, dejando de lado la reserva que debe mantener un sumo pontífice.