Papa acelera su ofensiva diplomática contra una intervención en Siria
CIUDAD DEL VATICANO (AFP) – El papa Francisco aceleró este jueves su ofensiva diplomática contra una intervención militar en Siria, con una carta al presidente ruso Vladimir Putin pidiendo al G20 una solución pacífica, y con la convocatoria de los embajadores en el Vaticano para explicarles su posición.
«A los dirigentes presentes [en la cumbre del G20, que empieza este jueves en San Petersburgo], a cada uno de ellos, hago un llamamiento desde el fondo de mi corazón para que ayuden a encontrar las vías para superar las posiciones de conflicto y para que abandonen el vano afán de una solución militar», dijo el papa en su carta dirigida a Putin en calidad de presidente del G20.
El mismo día, el equivalente del ministro de Relaciones Exteriores del papa, el francés Dominique Mamberti, junto a altos responsables de la secretaría de Estado (gobierno) convocaron a los 71 embajadores ante la Santa Sede para explicarles la determinación del Vaticano de oponerse a cualquier tipo de solución militar en Siria.
Estados Unidos y Francia estudian la posibilidad de una acción militar de castigo por el ataque con armas químicas del pasado 21 de agosto contra la población civil supuestamente ordenado por el régimen del presidente Bashar al Asad.
Francisco condenó el pasado domingo con firmeza el uso de armas químicas pero rechazó al mismo tiempo cualquier tipo de intervención militar extranjera. «El uso de la violencia no trae la paz, la guerra llama a la guerra, la violencia llama a la violencia», dijo el papa.
Aunque su predecesor, Benedicto XVI, que renunció en febrero pasado, había escrito algunas cartas a los presidentes de las grandes cumbres internacionales, la ofensiva diplomática de Francisco sólo es comparable a la de Juan Pablo II, que en 2003 se opuso con firmeza a la guerra en Irak lanzada por el presidente George W. Bush.
Con las consecuencias de la larga guerra en Irak en mente, el Vaticano y el papa están movilizando en los últimos día con todos los medios posibles, incluidos las redes sociales, a católicos y no creyentes para que participen en un jornada de ayuno y oración contra la guerra que se celebrará el sábado en todo el mundo.
El papa presidirá personalmente ese día una vigilia de cuatro horas en la plaza de San Pedro.
«Con el papa Jospeh Ratzinger [Benedicto XVI], el Vaticano había desaparecido de la escena internacional y eso se vio en los cables desvelados por Wikileaks. Pero con Francisco la política extranjera ha vuelto a la Santa Sede», afirmó a la AFP el vaticanista italiano Marco Politi.
Además, la campaña contra el ataque en Siria llega en el décimo aniversario de lo que Politi califica de «victoria moral» de Juan Pablo II contra George W.Bush, que no pudo sin embargo impedir la guerra en Irak.
La ofensiva diplomática coincide también con el nombramiento reciente de Pietro Parolin, como nuevo secretario de Estado, el número dos del Vaticano.
La influyente comunidad de Sant’Egidio, favorable a la mediación en el conflicto sirio, también pidió al G20 que favorezca las conversaciones de paz.
El llamamiento del papa ha tenido hasta ahora numerosos apoyos de personalidades religiosas, que advierten del peligro de una guerra generalizada, rechazan un ataque limitado y cuestionan la intención de Estados Unidos y Francia de intervenir sin el aval de la ONU.
Su llamamiento fue recibido favorablemente en países de todo el mundo, muchos de ellos latinoamericanos, y tiene el apoyo de las iglesias orientales así como de otras religiones. Según la agencia vaticana Fides, el gran muftí de Siria, Ahmad Badredin Hasu, líder espiritual del islam sunita en el país, quiere estar presente en la plaza de San Pedro en la vigilia del sábado.
Por su parte los consejos pontificios (órganos del Vaticano) para el diálogo interreligioso, para las relaciones con los judíos y por la unidad de los cristianos afirmaron en un comunicado conjunto que la paz es un «bien» que hay que defender y dieron la bienvenida a «todos los que quieran responder a la invitación del papa para vivir momentos de oración, de ayuno y de reflexión».