El Vaticano pone en marcha su nueva política de caridad
CIUDAD DEL VATICANO, (AFP) – Reunido en un rincón del Vaticano, un equipo de sacerdotes, dirigido por el polaco Konrad Krajewski, el «limosnero» del Papa, está poniendo en marcha la nueva política de caridad anunciada.
El responsable del ceremonial durante el papado de Juan Pablo II y Benedicto XVI, designado el 3 de agosto por el argentino Francisco, fue autorizado a improvisar soluciones rápidas y concretas para ayudar a gente que pasa dificultades, contó en un encuentro con la prensa.
El religioso polaco, de unos 50 años, reactiva un servicio que siempre ha existido, pero que ahora con el papa latinoamericano funciona a pleno ritmo, por lo que pasa de la isla de Lampedusa para ayudar a los refugiados africanos a la estación central de trenes de Roma para acompañar borrachos a su casa.
El «Limosnero pontificio» envía pergaminos con el sello papal para matrimonios, bautizos, aniversarios, por un costo de cerca 25 euros.
Con ese fondo puso en marcha un sistema de «primeros auxilios» del papa, que trabaja ahora al ritmo de unos cien casos por semana.
El año pasado, gracias a 250.000 pergaminos pudo ayudar a resolver 6.500 casos.
Para ello cuenta con once empleados que trabajan desde una oficina dentro del Vaticano, que depende directamente del pontífice y no tiene relación con otras entidades de asistencia de la Santa Sede como Caritas y Cor Unum.
Unas 16 personas son calígrafos que escriben a mano con letra excelente los pergaminos.
Respetando el deseo del papa de dar prioridad a los pobres, el clima en esa pequeña oficina ha cambiado, exigiendo eficacia, resultados y pragmatismo.
Los guardias suizos, el otrora ejército del papa, formado por 120 jóvenes «siempre están disponibles» y se ofrecen como voluntarios para salir por la noche a ayudar mendigos, gente sin techo, visitar centros de asistencia a los pobres.
«Recibimos todas las mañanas un enorme sobre con dentro muchas cartas. Lo envía directamente el papa, y en ellas me escribe ‘este caso lo puedes resolver’, ‘tu sabrás como ayudar’. No hay criterios específicos, según la circunstancia se decide qué hacer», contó.
Cuando quiere hablar con Francisco va a la casa Santa Marta, la residencia para religiosos dentro del Vaticano donde el pontífice se aloja desde que fue elegido en marzo, y conversa con él rápidamente entre un asunto y otro.
Krajewski se encarga de resolver los casos más urgentes, como por ejemplo pagar un arriendo atrasado de una persona en dificultad.
Para evitar abusos y mentiras, «pedimos la ayuda de un cura o que añada la carta de un religioso con sello y todo», confiesa.
«El otro día el papa me envió 200 euros para enviarlos a una anciana de Venecia a la que le robaron la billetera mientras iba a comprar medicinas», aseguró «Don Corrado», como lo llaman en el Vaticano debido a que tiene un nombre difícil de pronunciar.
Enviado por el papa a la isla siciliana de Lampedusa, Konrad Krajewski distribuyó 1.700 tarjetas telefónicas a los eritreos y somalíes que se salvaron del naufragio para que puedan comunicar con parientes y allegados.
A menudo la ayuda que ofrece es de carácter espiritual. Así que además de enviar cartas y llamar por teléfono, sale con su pequeña Fiat blanca a visitar necesitados o personas que sufren.
A inicios de noviembre, el papa recibió una conmovedora carta de una familia italiana que describía los sufrimientos de la pequeña hija, Noemí, con una grave enfermedad en la médula espinal.
Don Corrado se desplazó hasta la ciudad donde reside la familia, la invitó al Vaticano, donde se alojó en la casa Santa Marta y por ello pudo asistir a la misa en la plaza de San Pedro durante la cual el papa pidió a la muchedumbre que orara por la niña.
Interrogado sobre si sale el papa de noche a visitar a los pobres, el limosnero dio a entender que a Francisco le gustaría, como lo hacía cuando era arzobispo de Buenos Aires, pero que ahora entiende que ello provocaría problemas al Vaticano.