El papa clama contra un sistema económico que impide luchar contra el hambre - 800Noticias
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El papa Francisco aprovechó hoy su intervención en la II Conferencia Internacional sobre Nutrición que se celebra en Roma para reiterar que sin solidaridad y con el actual sistema económico donde prevalece la ganancia es difícil luchar para acabar con el hambre.

De nuevo, como en todos sus discursos sobre la pobreza y el hambre, Francisco denunció en la sede de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) que «la lucha contra el hambre y la desnutrición se ve obstaculizada por la prioridad del mercado y por la preeminencia de la ganancia».

Y ello porque así se «han reducido los alimentos a una mercancía cualquiera, sujeta a especulación, incluso financiera». Aseguró que vivimos en un mundo donde «los intereses nacionales están condicionados frecuentemente por reducidos grupos de poder».

El papa intervino hoy en esta conferencia donde representantes de 160 países del mundo debaten en estos días en la FAO el mal reparto de los alimentos que provoca que 805 millones de personas pasen hambre, pero otros 500 sufran de obesidad.

A todos ellos y a la comunidad internacional les invitó a saber escuchar el llamamiento de esta Conferencia: «Dar de comer a los hambrientos para salvar la vida en el planeta», dijo.

En su primera visita a un organismo de Naciones Unidas, el papa subrayó en un discurso, que fue interrumpido en varias ocasiones por los aplausos, que: «Tal vez nos hemos preocupado demasiado poco de los que pasan hambre».

Pero además criticó los muchos «sofismas» que se dicen sobre el hambre. «Pocos asuntos tan susceptibles de ser manipulados por los datos, las estadísticas, las exigencias de seguridad nacional, la corrupción o un reclamo lastimero a la crisis económica», señaló.

También hizo notar que mientras se habla de nuevos derechos, «el hambriento está ahí, en la esquina de la calle, y pide carta de ciudadanía, ser considerado en su condición, recibir una alimentación de base sana».

«Nos pide dignidad, no limosna», fue otra de las máximas aplaudidas en el salón plenario de la FAO. Francisco recordó cómo Juan Pablo II, en la inauguración de la Primera Conferencia sobre Nutrición, en 1992, puso en guardia a la comunidad internacional ante el riesgo de la «paradoja de la abundancia» y como esta sigue siendo actual.

«Hay comida para todos, pero no todos pueden comer, mientras que el derroche, el descarte, el consumo excesivo y el uso de alimentos para otros fines, están ante nuestros ojos», lamentó.

Para combatir el hambre, el papa citó como reto el de la solidaridad «en una sociedad donde crece el individualismo y la división». «Solidaridad. Tenemos la sospecha que la queremos sacar del diccionario», añadió en un momento de improvisación de su discurso.

Señaló cómo «cuando falta la solidaridad en un país, se resiente todo el mundo», pues «los seres humanos, en la medida en que toman conciencia de ser parte responsable del designio de la creación, se hacen capaces de respetarse recíprocamente, en lugar de combatir entre sí, dañando y empobreciendo el planeta».

Para Francisco es deber de cada Estado «estar atento al bienestar de sus ciudadanos» y advirtió de que «ninguna forma de presión política o económica que se sirva de la disponibilidad de alimentos puede ser aceptable».

«Ningún sistema de discriminación, de hecho o de derecho, vinculado a la capacidad de acceso al mercado de los alimentos, debe ser tomado como modelo de las actuaciones internacionales que se proponen eliminar el hambre», aseveró.

A los Estados les explicó que es necesario «que actúen de común acuerdo» y que estén dispuestos a ayudarse unos a otros «mediante los principios y normas que el derecho internacional pone a su disposición».

En su discurso, el papa también lanzó un nuevo llamamiento para la protección del planeta y se preguntó: «¿somos libres de presiones políticas y económicas para cuidarlo y evitar que se destruya?».

«Dios, siempre perdona, los hombres perdonan a veces, la tierra no perdona nunca», advirtió el papa citando la frase de un anciano que conoció.

Fuente: La Vanguardia