El Papa advirtió sobre una Tercera Guerra Mundial
n una de las homilías más fuertes y conmovedoras de su pontificado,Francisco advirtió ayer que el mundo se encuentra en una virtual Tercera Guerra Mundial, combatida «por partes», y denunció a los «planificadores del terror», a la industria armamentista y a la indiferencia que suele reinar en la sociedad.
«Hoy, tras el segundo fracaso de una guerra mundial, quizás se puede hablar de una Tercera Guerra combatida «por partes», con crímenes, masacres, destrucciones.», dijo Francisco, serio y visiblemente emocionado, en el cementerio monumental de Redipuglia, el más importante de Italia, al recordar los cien años del inicio de la Primera Guerra.
Durante el vuelo de regreso de Corea del Sur, hace casi un mes, destacó lo mismo, al hacer referencia a la explosiva situación actual del planeta, marcada por la guerra en Siria, la irrupción de los jihadistas de Estado Islámico (EI) en el norte de Irak, el conflicto en Ucrania y la crisis palestino-israelí.
«Con corazón de hijo, de hermano, de padre, pido a todos ustedes y para todos nosotros la conversión del corazón: pasar de ése: «¿A mí qué me importa?» al llanto… Por todos los caídos de la «masacre inútil», por todas las víctimas de la locura de la guerra de todos los tiempos. La humanidad tiene necesidad de llorar, y ésta es la hora del llanto.» Así concluyó ayer Francisco su homilía.
En un viaje pastoral de cinco horas, el Papa llegó por la mañana temprano desde Roma a la provincia de Gorizia, teatro de cruentas batallas durante la Primera Guerra Mundial (1914-18) y visitó los camposantos de las partes beligerantes.
Tras ser aclamado por miles de personas que lo esperaban debajo de un mar de paraguas debido al mal tiempo, el ex arzobispo de Buenos Aires rezó en solitario en el cementerio austrohúngaro, donde yacen 14.550 combatientes del Eje Central.
Luego fue al camposanto militar de Redipuglia, donde descansan 100.187 soldados italianos, entre los cuales hay 60.000 desconocidos, muertos en trincheras de los montes de la región del Friuli Venezia Giulia.
«Viendo la belleza del paisaje de esta zona, en la que hombres y mujeres trabajan para sacar adelante a sus familias, donde los niños juegan y los ancianos sueñan? aquí, en este lugar, sólo puedo decir: la guerra es una locura -dijo el Papa al principio de su sermón-. La guerra trastorna todo, incluso la relación entre hermanos. La guerra es una locura; su programa de desarrollo es la destrucción: ¡crecer destruyendo!»
En la misa se destacaban los cardenales Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, y Josip Bozanic, arzobispo de Zagreb, junto con varios obispos venidos de Eslovenia, Austria, Hungría y de las diócesis italianas de la zona y obispos castrenses.
En una homilía llena de pasión, el Papa -desde chico oyó hablar de la Primera Guerra Mundial a través de su abuelo paterno piamontés, Giovanni Carlo Bergoglio, que combatió justamente en esa zona- señaló que la avaricia, la intolerancia, la ambición de poder son los motivos que alimentan el espíritu bélico.
«Y estos motivos a menudo encuentran justificación en una ideología, pero antes está la pasión, el impulso desordenado. La ideología es una justificación, y cuando no es la ideología, está la respuesta de Caín: «¿A mí qué me importa?». La guerra no se detiene ante nada ni ante nadie: ancianos, niños, madres, padres? «¿A mí qué me importa?»», dijo, con gesto adusto.
Francisco criticó la indiferencia que reina en la sociedad, que comparó con la respuesta con la que Caín negó ante Dios conocer el paradero de su hermano asesinado, Abel.
«Sobre la entrada a este cementerio, se alza el lema desvergonzado de la guerra: «¿A mí qué me importa?» Todas estas personas, cuyos restos reposan aquí, tenían sus proyectos, sus sueños? pero sus vidas quedaron truncadas. La humanidad dijo: «¿A mí qué me importa?»», agregó.
«Para ser honestos, la primera página de los periódicos debería llevar el titular: «¿A mí qué me importa?». En palabras de Caín: «¿Soy yo el guardián de mi hermano?»», dijo.
Al recordar a las víctimas de todas las guerras, las lágrimas, el dolor, el Papa evocó también a las muchísimas de hoy. Y arremetió contra los intereses que hay detrás de cada conflicto. «Estrategias geopolíticas, codicia de dinero y de poder, y está la industria armamentista, que parece ser tan importante. Y estos planificadores del terror, estos organizadores del desencuentro, así como los fabricantes de armas, llevan escrito en el corazón: «¿A mí qué me importa?», clamó.
«Caín no lloró. La sombra de Caín nos cubre hoy aquí, en este cementerio. Se ve aquí. Se ve en la historia que va de 1914 hasta nuestros días. Y se ve también en nuestros días.»
Un silencio escalofriante coronó el sermón del Papa, que al término de la misa les entregó a los obispos presentes la «Luz de San Francisco», proveniente de Asís, que deberá encenderse durante las celebraciones de conmemoración de la Primera Guerra Mundial.
Antes de regresar a Roma, el papa argentino de origen italiano recibió un recuerdo muy especial: la matrícula de combatiente de su abuelo, Giovanni Carlo Bergoglio, padre de su padre, de profesión, caffettiere, que en 1915, a los 31 años, fue llamado a sumarse al 78° regimiento de infantería italiano.
Fue telegrafista y combatió en primera línea unos diez meses. Tal como reconstruyó una investigación de Avvenire y TV2000, ese regimiento tuvo 822 muertos, 1573 desaparecidos y 3846 heridos. El 6 de junio pasado, cuando anunció que viajaría al cementerio más importante de Italia, el mismo Francisco recordó que oyó de labios de su abuelo ex combatiente -el marido de su amada abuela Rosa-, «muchas historias dolorosas de esa enorme tragedia que fue la Primera Guerra Mundial».
Información http://www.lanacion.com.ar/1727154-el-papa-advirtio-sobre-una-tercera-guerra-mundial