Rosberg gana el GP de Austria
Difícilmente Williams volverá a tener esta temporada otra oportunidad tan clara para ganar una carrera. Con una clara ventaja en las largas rectas del Red Bull Ring, escenario del GP de Austria de Fórmula 1, la escudería británica no estuvo, sin embargo, a la altura en la estrategia. En Mercedes lo agradecieron. Nico Rosberg devolvió a las flechas plateadas a la senda del triunfo y Hamilton certificó un nuevo doblete del equipo alemán.
El líder del Mundial vio como se le abrían las puertas de la victoria en la primera visita a boxes. Los Williams, que se ganaron a pulso la primera línea de la parrilla, comandaban con soltura la prueba justo cuando tocaba el prmier cambio de neumáticos. Todo el mundo estaba parando pero ellos seguían en pista. Y Rosberg fue el más listo. Cruzó el pit lane de los primeros, muy pronto, y puso en jaque a Massa y a Bottas.
Williams dudó y eligió la opción errónea. Esperó demasiado y cuando Felipe pasó por el taller, Rosberg le arrebató la primera plaza. Incluso Hamilton, ya con gomas nuevas, remontando desde la novena plaza, consiguió robarle la plaza al brasileño. Fue un error tremendo de la escudería británica, que no cubrió la posición avanzando la parada con al menos uno de sus dos pilotos.
La visita de Bottas a boxes fue un poco mejor. El finlandés regresó a la pista únicamente por detrás de Rosberg, ganándole la partida a Hamilton y Massa. Marcó el récord de tiempo en el primer sector y se acercaba peligrosamente al alemán de Mercedes. Pero sus ingenieros se encargaron de frenar su ímpetu. «No comprometas tu carrera peleando con Nico», le avisaron por radio. Había falta de ambición en Williams, donde pensaban más en el podio que en la victoria.
Sergio Pérez, situado como primero, estaba haciendo de tapón. Los tiempos del mexicano eran rápidos para un coche que aún no había cambiado las ruedas, pero estaba frenando a los Mercedes y a los Williams, que querían sacar el máximo rendimiento a sus gomas nuevas. Lo que es malo para unos es bueno para otros. Y era Alonso y el grupo perseguidor los que se beneficiaban de esta circunstancia para tratar de alcanzar la cabeza de la carrera.
Diez vueltas después, el piloto de Force India seguía liderando la carrera. Hasta que sus neumáticos dijeron basta. Rosberg y Bottas no se lo pasaron dos veces y le adelantaron como aviones. A Hamilton le costó un poco más. Entonces la carrera cambió. Nico aumentó el ritmo e hizo vuelta rápida. Respondió Hamilton mejorando ese tiempo. Pero era Bottas quien estaba dando espectáculo. El finlandés se situó justo encima de Rosberg, aprovechando un pequeño error del alemán, que se salió de pista. El corredor de Williams obligaba a su rival de Mercedes a cerrar las puertas para mantener su privilegiada posición.
Massa había perdido el tren de los líderes y Vettel estaba a punto de abandonar. El tetracampeón del mundo sufrió una odisea en la casa de Red Bull. El sábado ni entró en la Q3 y el domingo quedó fuera de combate a las primeras de cambio, cuando un problema mecánico le dejó sin transmisión en la primera vuelta. De forma sorprendente, su monoplaza se reactivó y le permitió seguir en pista, aunque con una vuelta perdida.
Más tarde, se tocó con el Sauber de Estaban Gutiérrez y tuvo que visitar a sus mecánicos para que le cambiaran el morro del coche. Hastiado, decepcionado, tiró la toalla en la vuelta 36. «No se qué ha pasado. El motor funcionaba pero no podía utilizar el acelerador. He parado y luego ha vuelto a funcionar otra vez. Con esa vuelta perdida he esperado un Safety Car pero al final he decidido parar. El toque con Gutiérrez ha sido un error por mi parte, estaba demasiado cerca», explicó el alemán.
La marcha de Vettel coincidió con un mensaje en código para Rosberg que el alemán entendió a la perfección. Empezó a tirar con fuerza porque sabía que le quedaba poco para realizar la segunda parada. Mercedes, aún así, hizo entrar primero a Hamilton, en una estrategia que pretendía propiciar una batalla final entre sus pilotos sin que Bottas, que seguía circulando por delante de Lewis, interfiriera en la pelea.
En su visita a boxes, Hamilton dejó una de las imágenes de la carrera. Sus frenos, hipercalientes, se incendiaron y provocaron una impactante llamarada. Sus problemas con los frenos venían de lejos. Cuando sólo se habían dado 13 de las 71 vueltas del GP de Austria, sus mecánicos ya le avisaron: «Están llegando al límite». Y eso que el Red Bull Ring, a diferencia de Canadá, no es un circuito especialmente duro con los frenos gracias a que sus dos largas rectas permiten enfriarlos.
Rosberg entró una vuelta después. Y Williams volvió a fallar. Bottas entró después de los Mercedes y cuando salió había quedado relegado a la tercera plaza. De nuevo un duelo fratricida entre las balas plateadas por el primer puesto del podio. «Estás corriendo contra Lewis», alertaban a Nico sus ingenieros. Sin órdenes de equipo, el duelo permitiría vislumbrar quién se erigía como el número uno del equipo.
Pese a los esfuerzos de Hamilton, que presionó hasta la extenuación, que mantuvo la esperanza hasta la última vuelta, fue Nico Rosberg quien ocupó la primera plaza del podio, lo que le permita aumentar su ventaja en la clasificación por el campeonato. Fernando Alonso acabó quinto, a poco más de un segundo de Felipe Massa.
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