El Maracanazó, Uruguay venció al Jogo Bonito en el Mundial de 1950
El mundo comenzaba a reponerse de los estragos de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) cuando la FIFA decidió en 1946, durante un congreso en Luxemburgo, celebrar la cuarta Copa del Mundo, un trofeo que empezó a llamarse a partir de ese momento Copa Jules Rimet en honor del creador de la justa.
Un solo país presentó su candidatura para organizarla, Brasil, donde el balompié ya se había convertido en pasión nacional. Las autoridades de aquel país decidieron deslumbrar construyendo el estadio más grande del mundo en Rio de Janeiro, el Maracaná, una mole para 200.000 personas.
Los anfitriones fueron ganando todos los encuentros con un fútbol ágil y bonito gracias a figuras como Ademir y Chico. En el último partido les bastaba un empate contra su pequeño vecino, Uruguay, para ser campeones del mundo. El Mundial parecía finiquitado.
Pero llegó la sorpresa mayúscula. El 16 de julio, con un estadio Maracaná lleno a reventar, los uruguayos demostraron lo que es la ‘garra charrúa’. En el minuto 47 Brasil se adelantó con gol de Friaça. Juan Alberto Schiaffino trajo el empate en el 66.
Y a once minutos del final, un disparo rasante de Alcides Ghiggia enmudeció al estadio y a todo el país, era el 2-1 definitivo. Los uruguayos volvían a ser campeones gracias a una gesta el ‘Maracanazo’ que quedó grabada en la historia de los mundiales. El Jogo Bonito había caido ante la Garra Charrua.