Manchester City – Barcelona (1-2) La primera gran noche de Suárez
Una cosa es el resultado y otra muy diferente es el partido. Según el resultado final, el encuentro fue excelente para el Barcelona, pues el equipo blaugrana sale del estadio Etihad de Manchester con un 1-2 a favor que deja al equipo catalán a las puertas de los cuartos de final. Marcar dos goles y ganar en campo contrario es una excelente noticia, sin duda. Otra cosa es analizar el partido. Y ahí, hay que coincidir que el Barcelona dejó escapar vivo al City, al que no remató a pesar de que al equipo blaugrana tuvo a su rival a su merced y le perdonó la vida.
Tuvo el Barcelona al City a punto de caramelo en varios y claves momentos del partido. La primera parte fue un recital del equipo barcelonista en el que Messi atropelló desde todas las posiciones al rival, mientras Suárez reeditaba su fama de cazagoles británico. Pero el último minuto del partido fue la clave para liquidar la eliminatoria. Con el City ya en inferioridad por expulsión de Clichy, tuvo Messi un penalti en el último minuto para liquidar los octavos de final poniendo un 1-3 que ya se adivinaba definitivo. No obstante, el argentino falló la pena máxima y el resultado, a priori excelente, acabó sabiendo a poco.
Dejó claro el Barça en Manchester que es un equipo sin ningún plan de juego. Un equipo que se basa en la inspiración de sus futbolistas y en el que cualquier sentido táctico es algo que suena a chino. Sólo en base a este argumento se puede explicar la diferencia entre la excelsa primera parte del equipo catalán y la segunda, en el que el City se impuso al Barcelona, a pesar de tener un jugador menos durante muchos minutos.
La puesta en escena culé fue perfecta, con un Messi omnipresente, más centrocampista organizador que delantero. El argentino fue el origen de todas las acciones de un Barcelona que logró tener posesiones largas y hacer correr como pollo sin cabeza a un City desesperado.
Suárez, en su regreso a las islas pareció recobrar el instinto goleador y marcó dos goles en media hora que parecian sentenciar la eliminatoria. Los goles del uruguayo, de puro instinto tras jugadas elaboradas por parte del Barcelona escenificaban una superioridad aplastante de los jugadores de Luis Enrique. La defensa no pasaba apuros, el centro del campo combinaba y en la delantera se creaba peligro. Los primeros 45 minutos se le hicieron muy largos al City y muy cortos a un Barça que se pudo irse con algún gol más a la caseta.
No obstante, en la segunda parte el partido se giró como un calcetín. Era previsible que tras el repaso recibido ante su público, el City saldría con el orgullo picado. Y así fue. Los primeros 15 minutos de la segunda parte fueron un monólogo pasional del City, que siendo un equipo más de elaboración que de toque de corneta, sitió el área de Ter Stegen a base de saques de esquina. Gracias a un Piqué muy sólido, el Barcelona pareció capear la situación, pero se advertían varias vías de agua preocupantes. Mascherano empezó a perder sus duelos con el Kun, Busquets balones y a Suárez se le mojó el revólver. Y en estas, Silva retrató a Mascherano con un taconazo y el Kun acortó distancias. El Etihad, revivió.
Se liberó el Barça de la presión local cuando Clichy fue expulsado, pero al instante, Luis Enrique compensó la ventaja adquirida retirando a Rakitic para dar entrada a Mathieu y jugar con Mascherano y Busquets de mediocentro destrozando cualquier plan lógico de juego. Y Xavi en el banquillo.
A pesar de esa catastrófica decisión, aún tuvo el Barcelona la oportunidad de sentenciar la eliminatoria gracias a un penalti en el minuto 90 que Messi falló ante Hart, dejando a los culés el consuelo de un buen resultado, pero un mal cuerpo inevitable.
Fuente: AS