Neymar y Messi: la amistad para otro momento
RÍO DE JANEIRO (AFP) – Amigos en el FC Barcelona, el argentino Lionel Messi y el brasileño Neymar son los líderes de dos selecciones de rivalidad histórica e irreconciliable que sólo piensan en verse las caras el 13 de julio en la final del Mundial en el Maracaná.
La amistad nació cuando Messi acogió a Neymar desde que este muchachito desgarbado, que ya era famoso en Brasil, llegaba tímido al Barcelona en el 2013 para entreverarse con figuras internacionales que atesoran títulos a granel.
La historia se repitió al revés: porque fue un brasileño, Ronaldinho, el que apadrinó a Messi en cuanto fue llamado para alternar con esa constelación de estrellas del equipo catalán.
Argentina y Brasil, dos potencias enfrentadas, pueden encontrarse en la final en el coloso de Rio de Janeiro si sus líderes, Messi y Neymar, tienen un mes de inspiración a su altura.
Los dos empezaron a calentar motores para llegar a la meta dentro de cuatro semanas: el argentino anotó su segundo gol en tres Mundiales el domingo ante Bosnia, en el estreno del Grupo F, y su compinche se llevó un doblete en la victoria 3-1 de la Seleçao ante Croacia, en el partido inaugural de la cita máxima.
«Quiero ver a Brasil-Argentina en una final, porque son dos países que muestran al mundo las capacidades de sus jugadores, con grandes jugadores como Di Stéfano, Maradona, Messi, Pelé, Garrincha, Ronaldo. Esta final en el Maracaná, sería la joya de la corona», deseó el lunes Zico, otro ídolo brasileño.
Todos ellos forman parte de camadas de futbolistas de gran calidad que compitieron por el cetro del mejor del mundo, otra de las razones de la gran rivalidad entre ambas selecciones sudamericanas.
La posta la recoge ahora Messi, cerca de cumplir los 27 años, pero su amigo y compañero brasileño, casi cinco años más joven, presiona desde atrás, aunque antes debe superar el escollo del portugués Cristiano Ronaldo que trastabilló este lunes por una goleada 4-0 de Alemania.
– Diferentes a Pelé y Maradona –
En contraste con Pelé y Maradona que no pueden ni verse y cada tanto se enredan en picantes polémicas, Messi y Neymar jamás discutieron públicamente y dejaron huérfanas esas controversias que eran la comidilla de la prensa.
«Yo no compito con Neymar que es un gran compañero y una gran persona, con el que tengo una muy buena relación», respondió Messi el lunes en rueda de prensa en la concentración argentina de Cidade Galo, cuando lo consultaron por el brasileño.
Uno es tímido, a veces taciturno y poco afecto a las cámaras, el otro es extravertido, de sonrisa fácil y amigo de los flashes. Messi y Neymar.
También los diferencia el excelente palmarés de la Pulga en el Barcelona en contraste con su magra cosecha con la selección albiceleste, mientras que su socio en el equipo catalán lo ha hecho mucho mejor con la casaca verdeamarilla pero aún está lejos cuando viste la blaugrana.
El joven de Santos anotó 33 tantos en 49 partidos y logró la Copa Confederaciones en el 2013 con la selección mayor brasileña, mientras que el pibe de Rosario suma 39 goles en 87 partidos y no ha logrado títulos con Argentina, en larga sequía desde 1993.
En su tercer Mundial, Messi apenas ha anotado dos tantos, el más reciente y de gran factura el domingo ante Bosnia en el debut del Grupo F.
A ambos los une una amistad sincera y el talento sin límites para jugar al fútbol, pero los separa un muro altísimo, que difícilmente pueda ser derribado: entre las selecciones de Argentina y Brasil no hay espacio para la reconciliación.
Esa rivalidad trepará a su máximo nivel histórico si Argentina y Brasil se ven las caras en la final del Mundial.
Pocas cosas serían más humillantes para Brasil que Messi levante la Copa en el Maracaná, en pleno corazón de ‘territorio enemigo’.
Un segundo Maracanzo, cuando aún no cerraron las heridas por la hazaña uruguaya de hace 64 años, sería muy difícil de digerir para los brasileños y, al revés, ganarle a Argentina en la final será la redención definitiva de la afrenta sufrida en 1950.