¿Juega Brasil? Hora de pasear al perro
SAO PAULO, (AFP) – Mientras millones de brasileños estaban prendidos a sus televisiones, mirando el partido de su selección contra México, René Rivera paseaba a su Golden Retriever junto a un lago con cisnes en un parque de Sao Paulo.
Aunque no lo crean, es posible encontrar personas en este país loco por el fútbol que prefieren pasear a su perro que ver a Neymar y compañía, incluso cuando Brasil está jugando un partido clave contra México.
Para la minoría silenciosa, la hora del partido es la mejor para salir a caminar, correr o andar en bicicleta, ya que las calles habitualmente congestionadas de esta megalópolis están desiertas cuando la ‘Seleçao’ está jugando.
«No nos gusta la Copa del Mundo. Hay mejores cosas que hacer», dijo Rivera, vestido con ropa deportiva mientras paseaba a Sammy con su esposa durante el partido del martes.
Pero admitió que pocos comparten sus sentimientos.
«En nuestro gimnasio, por ejemplo, si dices que no vas a ver el partido, es como si fueras de otro planeta, anormal. La gente dice ‘¿Qué? ¿No estás hinchando por Brasil? ¡No eres brasileño!'», contó.
Rivera, de 41 años, dueño de una empresa de software, es un gran hincha del club de fútbol Corinthians de Sao Paulo, pero como muchos brasileños no está contento con el dinero gastado en acoger el Mundial.
Masivas protestas callejeras sacudieron el país hace un año, durante la Copa Confederaciones, un test para la Copa del Mundo.
Aunque el movimiento ha caído, muchos brasileños aún se quejan de que el dinero hubiera sido mejor gastado en hospitales y escuelas.
«Esta Copa del Mundo en particular es política, es un evento para ganar votos y ser reelecto», dijo Rivera en referencia a la campaña de reelección de la presidenta Dilma Rousseff para las elecciones generales de octubre.
«Cuanto más rápido termine la Copa del Mundo, Brasil sea eliminado y esto culmine, mejor estará el país. La gente precisa otras cosas más que el fútbol», dijo.
Por ahora, sin embargo, la Copa del Mundo le resulta útil en cuanto al tránsito. Diez minutos antes del fin del partido, planeaba conducir de regreso a casa por las calles vacías.
‘La TV no educa’
Simone Rossetti, una peluquera de 40 años, estaba paseando sus dos Shih Tzu, Momo y Appa, por el gran parque Ibirapuera junto a su hija y su esposo mientras los fuegos artificiales explotan a distancia, marcando el medio tiempo.
«No me gusta el fútbol», afirmó, señalando a sus dos perros, que miran un tanto inquietos con la lengua afuera. «Salí porque se agitan con los fuegos artificiales».
Cerca del Museo Afrobrasileño situado en el parque, cerrado durante el partido, una docena de adolescentes andaban en skates bajo un camino techado. Un par de ellos incluso vestía la camiseta amarilla de Brasil.
Julio César Tadeu Gamboa, un estudiante de psicología de 20 años, dijo que hacer skate en días de juego es su forma de protestar, pese a que su descontento está dirigido a la manera en que la televisión cubrió las protestas antiMundial.
«La televisión no educa, la televisión no hace que los brasileños piensen», dijo Gamboa, los lóbulos de sus orejas estirados por anillos huecos del tamaño de pelotas de golf.
Fernanda Vollet, de 29 años, observa los cisnes junto a su marido desde un puente que cruza el lago, absorbiendo la placidez de una tarde soleada y sin el barullo del tránsito.
Esta ingeniera civil estimó que dejar que los empleados de las empresas salgan antes del trabajo en días de juego es posiblemente malo para la economía, pero admitió que los jefes brasileños tienen poca opción.
«Si las personas estuvieran en el trabajo, serían menos productivas, y los brasileños encontrarían una manera de mirar el partido de todas maneras», dijo mientras Brasil empataba con México 0-0.
Sin embargo concedió que podría hacer una excepción en su rutina antifútbol.
«Si Brasil llega a la final, la miraré», dijo. «Además, se jugará en un fin de semana».