Scolari busca la redención donde alcanzó la gloria
AFP | Basta observarlo para saber quién es el que manda. Scolari se mueve a paso lento por el campo anexo del estadio Nagai mientras una corte de ayudantes brasileños le consulta detalles. Trabaja para el Guangzhou Evergrande y prepara el debut en el Mundial de Clubes 2015 ante el América.
Está de nuevo en Japón, donde alcanzó la gloria llevando a la Canarinha a su quinto Mundial en 2002.
Fue el hombre del momento. Aquel que se inspiraba en el manual de estrategia militar ‘El arte de la guerra’ para motivar a sus jugadores.
Encontró la fórmula ganadora, un ejército de gladiadores al servicio de la inspiración de un trío para el recuerdo, Ronaldo-Rivaldo-Ronaldinho, tres Balones de Oro compartiendo delantera.
Luego ocupó codiciados banquillos gracias a su prestigio. Dirigió a la selección de Portugal durante cinco años y pasó sin éxito por el Chelsea.
– Misión de urgencia –
Su estrella se iba apagando, del Bunyodkor de Uzbekistán fichó por el Palmeiras cuando fue reclamado para una misión de urgencia, hecha para alguien de su carácter y carisma.
Tenía que reconstruir de forma inmediata a la selección brasileña que iba a luchar por la sexta corona en el Mundial que organizó el país en 2014.
La federación le había dado un cheque en blanco en forma de total libertad para confeccionar el equipo. Un puñado de decisiones controvertidas -jugadores leales pero de calidad cuestionable-, aumentaron su apuesta.
Contaba con Neymar, pero Fred y Hulk tenían poco que ver con las leyendas que catapultaron a Brasil en 2002.
No le pudo salir peor el plan a ‘Felipao’: Eliminada por Alemania en semifinales con un histórico 7-1 en el marcador.
Tuvo que cargar con toda la responsabilidad. Fue sustituido por Dunga y aceptó la propuesta del Gremio, club al que dirigió en sus inicios como entrenador en 1983.
Tras un año en Brasil el técnico de 67 años dijó sí al Guangzhou Evergrande. Tenía que hacer olvidar a Marcelo Lippi, otro campeón del mundo (2006), el hombre que llevó al club chino a su primer trono continental (2013).
En pocos meses la eficacia ha sido su seña de identidad. Tras un inicio de temporada convulso con la sustitución de Lippi por Fabio Cannavaro, Scolari enderezó el rumbo y llevó al equipo a una racha de victorias que le sirvió para una nueva corona china y para recuperar el título de la Liga de Campeones asiática.
Para lograrlo sacó del Tottenham a fuerza de dólares a Paulinho, internacional brasileño en su época, para otorgarle el papel de líder que tenía Gilberto Silva en el equipo campeón de 2002.
Además fichó a su viejo conocido Robinho y lo juntó en ataque con Ricardo Goulart y Elkeson, una réplica a pequeña escala de la ‘triple R’ de hace 13 años.
– ¿Por qué no? –
Con estos ingredientes y una base de jugadores locales entregados a la causa, Scolari se presenta en el Mundialito dispuesto a romper pronósticos y convertir al Guangzhou en el primer equipo asiático en levantar el trofeo.
«Los jugadores chinos son para defender, los brasileños son los que tienen la responsabilidad en ataque», confirmó este viernes desde Osaka una reportera china que cubre la actualidad del equipo.
«Los ganadores son aquellos que no se dan por vencidos. Mi próximo objetivo es el Mundial de Clubes ¿Por qué no? Tengo un gran equipo, un gran club y grandes jugadores. Podemos lograr este sueño», dijo Scolari eufórico tras levantar la Champions de Asia.