Santos Timoteo y Tito, por María García de Fleury
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Soy María García de Fleury.
San Pablo tuvo varios discípulos, entre ellos dos jóvenes que vivían en lo que es hoy Turquía, uno llamado Timoteo y otro Tito. Pablo les encargó a los dos guiar a las jóvenes comunidades cristianas y se convirtieron en un modelo de misioneros, entregados con celo, con sabiduría, al servicio del anuncio del Evangelio. Timoteo había nacido en la ciudad de Listra y educado desde niño en el conocimiento de las Sagradas Escrituras.
San Pablo recordaba la fe de aquella familia cuando dijo Evoco el recuerdo de la fe sincera que tú tienes, fe que arraigó primero en tu abuela y en tu madre, y sé que también ha arraigado en ti. Cuando Pablo pasó por Listra en su segundo viaje apostólico, acompañado por Silas, le recomendaron que Timoteo los acompañara y a partir de ese segundo viaje, Timoteo estuvo siempre a disposición de Pablo, dispuesto a asumir las misiones más delicadas y difíciles. En la localidad de Berea, Timoteo permaneció un tiempo con Silas, mientras que Pablo tuvo que escaparse por mar hacia Atenas y les había pedido que se reunieran con él lo antes posible.
Desde Atenas, Pablo mandó a Timoteo a darle ánimo y seguridad en la fe a los habitantes de Salónica y así lo hizo, como un buen portador de buenas noticias sobre la fe y el amor a Cristo, a pesar de tener un carácter tímido y reservado. Timoteo se volvió a encontrar con Pablo en Corinto y desde allí envió saludos a los romanos y firmó con Pablo las cartas dirigidas a los cristianos de Tesarónica. Después de la atención de Pablo y de su envío a la capital del imperio, Timoteo compartió con él la primera cautividad en Roma.
Pablo le impuso las manos a Timoteo y lo dejó al frente de la comunidad de Éfeso, de donde se convirtió en el primer obispo. Por su parte, Tito era griego. Durante 20 años estuvo colaborando con Pablo. Era un buen creyente, un compañero fiable, un hábil pacificador en los conflictos. En el tercer viaje misionero durante su estancia en Éfeso, Pablo envió a Tito como mediador para lograr la pacificación de esa comunidad, lo cual logró.
Tito recibió de Pablo el encargo de organizar en Corinto la colecta en favor de los pobres de Jerusalén. Luego lo mandó a la isla de Creta para organizar lo que faltaba de la evangelización y establecer presbíteros en cada ciudad. Pablo escribió invitando a todos los seguidores de Tito a renunciar a la impiedad, a las pasiones mundanas, a vivir con sensatez, justicia y piedad en el tiempo presente, aguardando la feliz esperanza y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo.
En esa carta recordaba los deberes de los fieles y contenía normas muy precisas para mantener y conducir a la comunidad. Pablo escribió dos cartas a Timoteo y una a Tito. Estas son las únicas cartas del Nuevo Testamento dirigidas a personas y no a comunidades. Pablo, como maestro de Timoteo y Tito, ejerció gran influencia sobre ellos enseñándoles a servir el Evangelio con generosidad, firmeza y perseverancia, sabiendo que eso comporta también un servicio a la Iglesia que Cristo fundó. ¿Por qué? Porque con Dios siempre ganamos.
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