Santiago y el Camino, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

por: María García de Fleury

Santiago el Mayor nació en Betsaida, Galilea, era hijo de Zebedeo y de Salomé, hermano también del que luego conoceríamos como Juan el evangelista. Santiago era pescador en el Mar de Galilea con obreros a su servicio y su situación económica era muy desahogada, hasta que Jesús lo invitó a ser pescador de hombres y a ser su discípulo. Entonces Santiago dejó todo, aprendió a perdonar, a servir y amar a todos, fue testigo de todos los milagros de Jesús.

Fue uno de los tres discípulos preferidos junto con su hermano Juan y con Pedro, después de la resurrección y ascensión al cielo de Jesús se fue a predicar en lo que es hoy España y solo logró obtener muy pocos seguidores. Cuando se detuvo al borde del río Ebro, triste y abatido, sobre un pilar se le apareció la Virgen María invitándolo a continuar hasta el norte y lo animó a llegar hasta lo que los romanos llaman Finisterrae,  la actual Galicia.

Después de su viaje misionero regreso a Palestina, ahí fue el primer obispo de Jerusalén hasta que entre los años 42 y 44 el emperador Herodes Agripa lo apresó, lo torturó y lo decapitó, y lo convirtió entonces en el primer apóstol mártir.

Sus discípulos tomaron su cuerpo y se los llevaron por mar y tierra hasta Galicia, la tierra que el quiso conquistar para Cristo, allí comenzó la aventura de ver dónde lo sepultaron y ocultaron su tumba para que no la profanaran. Luego, con el paso del tiempo se olvidaron hasta donde había sido enterrada.

Hacia el año 800 un eremita llamado Pelayo, veía que en el monte aparecía todas las noches un campo de estrellas muy llamativo, fue a decírselo al obispo del lugar y junto con una comitiva se dirigieron hacia dónde decía el eremita que se veía el campo estrellas; allí encontraron la tumba del apóstol Santiago, eso dio pie a que se llamará al lugar «Campo de Estrellas», de donde nació el nombre de Compostela.

El rey Alfonso viajó 500 kilómetros a ver el lugar y allí edifico la primera capilla que con el tiempo se convirtió en la catedral que vemos hoy; así se fue trazando el primer camino de Santiago, el más antiguo de los caminos de peregrinación a Compostela.

El lugar se hizo muy popular por los milagros que le atribuían al apóstol Santiago, desde entonces cada viajero hizo su propio camino desde la puerta de su casa hasta Compostela; alguna de las rutas y vías se fueron haciendo más populares y transitadas por diversos motivos como seguridad seguridad, facilidad de alojamiento, pero nunca tuvieron la exclusiva del apelativo «Camino de Santiago». Actualmente los que tienen ese apelativo, «Camino de Santiago», son el camino francés, el portugués y el español.

De Santiago podemos aprender la prontitud para responder al Señor cuando pide que dejemos las seguridades humanas. Hacer el Camino de Santiago es tener valentía para dar testimonio de Cristo, lo más importante no es el camino exterior, sino el camino interior, ese camino simboliza toda la peregrinación de la vida entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios, así sabemos incluso en medio de las grandes dificultades, que vamos por el buen camino, por el camino de Dios y con Dios ¡siempre ganamos!