Santa Rosa de Lima | Una joven dedicada al servicio de Dios y de los demás
Por: María García de Fleury
El 30 de agosto la Iglesia celebra a una joven que falleció de 31 años, vivía en Lima, Perú, se llamaba Isabel pero todos la llamaban la “Rosa de Lima” por su gran belleza.
Santa Rosa de Lima nunca fue monja, conoció la vida de Santa Catalina de Siena y quiso imitarla, la llamaba su madre espiritual, incluso imitó su forma de vestir con una túnica blanca y un manto negro por la cabeza.
Fue una mujer laica que perteneció a la tercera orden de Santo Domingo. Como dominica seglar daba clases a los niños tanto de religión como de música, incluyendo guitarra, arpa y cítara. Cultivaba el huerto de su casa y cocía para la calle, y así ayudaba a mantener económicamente a su familia. La vida familiar era sencilla pero nunca faltaba lo necesario.
Rosa dedicaba gran parte del tiempo a la contemplación. Leía libros espirituales, animaba a los sacerdotes para que atrajeran a todos hacia el amor y a la oración, a esa conversación íntima del alma con Dios.
Rosa tenía una pequeña ermita en el huerto de la casa de sus padres y allí pasaba horas rezando por las obras misioneras de la Iglesia, por la salvación de los pecadores y de los indígenas. Por ellos ofrecía su vida y hacía penitencias muy duras para ganarlos a Cristo. Durante 15 años soportó una gran aridez espiritual.
Rosa se destacó por sus obras de misericordia con los necesitados y oprimidos, iba constantemente a la Iglesia de la Virgen del Rosario para atender a enfermos y esclavos. Tenía un inmenso amor a Jesús en la eucaristía. Su devoción a la Virgen María como madre de Dios era profunda y propagaba el rezo del rosario a diario pues decía que todo cristiano debe predicarlo con la palabra y tenerlo grabado en el corazón.
Santa Rosa tuvo una larga y dolorosa enfermedad antes de morir, en ese tiempo le pedía a Dios “Señor, auméntame los sufrimientos pero en esa misma medida auméntame tu amor”.
Santa Rosa falleció el 24 de agosto de 1617, el día que murió fue aclamada por el pueblo entero, hicieron que a los 8 días ya se abriera el proceso de canonización. El Senado y otros dignatarios de la ciudad se turnaron para llevar sus restos al sepulcro.
Antes de ser declarada Santa en 1671 ya había sido proclamada patrona del Perú, del nuevo mundo y de Filipinas. Solamente en Perú hay más de 72 pueblos con su nombre, en Venezuela se celebra con una serie de parroquias con su nombre, entre ellas la parroquia Santa Rosa de Lima de la Arquidiócesis de Valencia, con su párroco el padre Máximo, así como el Seminario Arquidiocesano de Caracas que lleva el nombre Santa Rosa de Lima.
Ella fue la primera latinoamericana canonizada por la Iglesia Católica. El papa Inocencio IX dijo de ella “probablemente no ha habido en América un misionero que con sus predicaciones haya logrado más conversiones que las que tuvo Santa Rosa de Lima con su oración y sus mortificaciones”.
Santa Rosa de Lima conoció el valor y la fuerza de la oración a Dios y por eso sabía que ¡con Dios, siempre ganamos!