Santa Mónica y su perseverancia, por María García de Fleury
800 Noticias / Maholy Meneses
Mónica nació en Tagaste, en el norte de África, alrededor del año 332. Tenía unos padres cristianos, pero ellos la casaron con un hombre pagano, violento, llamado Patricio, con quien ella tuvo tres hijos, el mayor de los cuales fue San Agustín, los otros dos hijos se llamaron Avigius y Perpetua.
La familia siempre vivió junto con la suegra de Mónica. Patricio le era infiel a Mónica, pero ella, aún sabiéndola, no se quejaba y fue con su dulzura y cariño como logró influir para que su marido y su suegra se convirtieran al cristianismo y se bautizaran, un año antes de que Patricio muriera. Cuando Patricio falleció, Agustín tenía solo 17 años y estaba fuertemente influenciado por sus compañeros y seguía la herejía maniquea que rechazaba la Biblia en favor de un camino secreto hacia la salvación.
Agustín tuvo un amante con quien tuvo un hijo y ese hijo lo llamó Deodato. Mónica estaba decepcionada de que su hijo no se casara y lloró muchas lágrimas por él. Ella permaneció más cerca de él siempre, orando y ayunando. Agustín no le gustaba tener cerca a su madre tan devota, así que trató de escaparse, se subió a un barco y navegó hacia Roma.
Ese engaño le rompió el corazón a Mónica, pero ella insistió y lo siguió; Llegaron a Milán y en Milán Agustín estuvo bajo la dirección de San Ambrosio, que era el obispo. Casi al mismo tiempo, San Ambrosio se convirtió en el director espiritual de Mónica y ella se convirtió en una líder devota de un grupo de mujeres, como lo había hecho anteriormente en su ciudad natal de Tagaste.
Mónica oraba perseverantemente por Agustín durante sus años de instrucción con San Ambrosio. En la Pascua del año 387 tuvo la feliz noticia de que Agustín se convertiría y fue bautizado junto con sus amigos y su hijo Deodato. Mónica se alegró mucho por esto y trató a sus amigos recién bautizados como si fueran de su familia, incluso hasta pensó en elegirle una maravillosa muchacha católica para que Agustín se casara, pero para asombro de Mónica, Agustín tenía sus propias intenciones, Él quería entregarle su vida a Cristo a través del sacerdocio.
Muchas personas admiran a Santa Mónica por la profunda devoción que mostró a Dios en su matrimonio y en la crianza de sus hijos. Santa Mónica es una guía para quienes luchan con problemas matrimoniales, con niños que han caído de la fe, que han perdido la fe, con víctimas de abuso verbal, de infidelidad. También ella es la patrona de los alcohólicos.
Agustín se convirtió en un gran santo y también sacerdote, fundador de muchos monasterios. Fue obispo de la ciudad de Hipona, un gran teólogo y uno de los más grandes doctores de la iglesia. Las meditaciones de Agustín sobre su camino espiritual se encuentran en sus confesiones.
Muchas madres hoy sienten el dolor que sintió Santa Mónica al ver a sus hijos abandonar la fe, en ella tenemos una poderosa intercesora y un ejemplo de que en la providencia de Dios las oraciones con perseverancia de una madre devota pueden conducir a sus hijos de regreso, no solamente a la iglesia, sino incluso a una gran santidad. Santa Mónica supo y vivió la realidad de que con Dios siempre ganamos.
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