Santa Mariana de Jesús, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

Por: María García de Fleury

Mariana nació en Quito, Ecuador, el 31 de octubre de 1618, quedó huérfana siendo muy niña y Jerónima, su hermana mayo y su esposo se encargaron de su educación. A los 8 años ya se sabía el catecismo y recibió su primera comunión.

Deseando que todos conocieran a Dios quiso escaparse con unas amiguitas para ir a evangelizar a los paganos, unos adultos las detuvieron por los caminos y las regresaron a sus casas. Mariana invitaba a sus sobrinas, casi de su misma edad, a rezar el rosario y hacer el viacrucis.

Su cuñado al darse cuenta de los grandes deseos de santidad y oración que tenía Mariana, trató de obtener que la recibieran en una comunidad de religiosas, pero las dos veces que trató de entrar se presentaron contrariedades imprevistas que no se lo permitieron. Mariana se dio cuenta de que Dios la quería santificar quedándose en el mundo.

Le construyeron en el jardín de la casa de su hermana una habitación separada, hoy es el actual monasterio de El Carmen Alto, allí distribuía su vida entre la oración, la meditación, la lectura de los libros religiosos, tocaba guitarra, cantaba, cosía, y bordaba. A diario iba a misa en una iglesia jesuita cerca de su casa y pasaba mucho tiempo ante el santísimo sacramento.

A los 21 años hizo voto de virginidad perpetua y consagró su vida a Cristo en la tercera orden de San Francisco, queriendo que la llamaran Mariana de Jesús.

Con profunda piedad hacía ayuno y oración, asistía a los enfermos y necesitados, podía predecir el futuro como si los acontecimientos estuvieran pasando frente a ella, tenía el don del consejo, era capaz de poner paz entre los que peleaban y de lograr que algunas personas dejaran de pecar. Intercedía frente a Dios para sanar enfermedades, haciendo la señal de la cruz sobre los enfermos o rociándolos con agua bendita, sus oraciones inclusive devolvieron la vida a una persona muerta.

La reputación de Santidad de Mariana de Jesús se extendió por todas partes; en 1645 hubo un gran terremoto en Quito y terribles epidemias de difteria y sarampión que produjeron cantidad de muertos.

Un domingo, el sacerdote jesuita, el padre Alonso de Rojas dio una homilía en la iglesia y rezó en voz alta “Dios mío te ofrezco mi vida para que los terremotos terminen”, pero Mariana rápidamente exclamó también en voz alta “No señor, la vida de este sacerdote es necesaria para salvar muchas almas, yo no soy necesaria, te ofrezco mi vida para detener estos terremotos”.

Dios le tomó la palabra y ya no se repitieron los terremotos ni murieron más personas, pero Mariana comenzó a sentirse enferma de un extraño mal que le produjo muchos dolores y falleció dos meses después el 26 de mayo de 1645 con 27 años de edad.

Se cuenta que el día que murió su santidad tomó forma visible y hubo un lirio blanco puro que brotó de la sangre que le habían sacado y floreció a la vista de todos. Debido a esto a Mariana se le conoce como el Lirio de Quito, en 1946 la República de Ecuador le dio el título de Heroína de la Nación porque entregó su vida por su país convencida de que con Dios ¡siempre ganamos!