Santa María Micaela y las mujeres de mala vida, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
El 15 de junio la iglesia celebra a Santa María Micaela del santísimo sacramento, quien nació en España en 1809. Huérfana de Padre y Madre, de jovencita se fue a vivir a Paris junto con su hermano en medio de grandes lujos, bailes, paseos a caballos, todas las mañanas asistía a misa, visitaba a los pobres, enfermos, iglesias muy necesitadas y dejaba en todas partes limosnas muy generosas.
Nadie podía imaginar al verla en las tardes o en las noches tan elegante en las fiestas sociales, que esa mañana la había pasado visitando casuchas y ayudando a gente abandonada y necesitada.
De regreso a Madrid por recomendación del Padre Caraza, conoció a María Ignacia Rico quien la llevó a conocer un mundo que Micaela desconocía totalmente y era el hospital San Juan de Dios, donde estaban las mujeres que caían enfermas después de haber sido maltratadas por los hombres, aquel espectáculo horroroso del hospital fue para María Micaela una revelación del cielo, decidió que era absolutamente necesario hacer algo concreto para ayudarlas y con su amiga María Ignacia consiguieron una casita para llevar a las muchachas en peligro y preservarlas, y a las que habían sido víctimas redimirlas y salvarlas.
Todas sus amistades se horrorizaron de la labor que estaba emprendiendo María Micaela, a quien se le iba a ocurrir que una mujer de las más altas clases sociales, emparentada con las familias más ricas y famosas se dedicara a cuidar prostitutas y mujeres de mala vida, todas sus antiguas amistades se negaron a ayudarla.
María Micaela dejó su casa elegante y se fue a vivir con esas pobres mujeres para tratar de transformarlas en personas honradas y santas, bajo la dirección espiritual del padre Antonio María Claret, progresó grandemente en santidad. Algunas de las mujeres le trataban muy mal, inventando cosas malas de ella, diciéndole vulgaridades, pero ella se mantenía tranquila tratando de brindar amabilidad a todas, así logró rescatar a varias y ante las calumnias que le inventaban Micaela no se defendía y nunca perdió la paz y la alegría.
El 6 de enero de 1859 con 7 compañeras fundó la comunidad de Hermanas Adoratrices del Santísimo Sacramento, dedicadas a adorar a Cristo Jesús en la eucaristía, a trabajar por preservar a las muchachas en peligro y a redimir a las pobres que habían caído en los vicios y en la impureza. Su comunidad se extendió por Barcelona, Valencia y Burgos, todo en España.
En su casa colocaba la frase “mi providencia y tu fe, mantendrán la casa en pie”, como un mensaje de Dios a las religiosas para que no se desanimaran en la pobreza y en las dificultades. María Micaela socorrió a los enfermos en la peste del tifus negro en el año de 1834 y 1855 sin contagiarse, pero en el año 1856 atendiendo a los nuevos afectados por la peste del tifus se contagió. El médico declaró que nunca había visto una persona sufrir tanto con tanta paciencia y heroísmo.
María Micaela falleció a los 47 años, la mayor parte de su vida entregada por completo a llevar a las almas de las mujeres a Dios. Dios la glorificó haciendo milagros por su intercesión y hoy sus religiosas siguen salvando del pecado y la perdición a miles de jóvenes en todo el mundo conscientes de que con Dios ¡siempre ganamos!